Más allá del orden del universo existe el orden del
amor.
El origen del ordo amoris son las personas.
Lo más íntimo del hombre es la persona.
El abrirse de la intimidad implica que en el mundo
aparece un nuevo orden que no existía antes en él.
La persona no se limita a incoar sus actos. No sólo
los posee interesadamente, sino que (incluso superando el desinterés) la
persona añade y se añade, otorga operosamente.
Este nuevo orden se puede designar con la expresión
agustiniana ordo amoris.
La persona está más allá del tener, es más que ser
feliz. Es, digámoslo así, cantar.
Glosa
a Leonardo Polo. Tener y Dar. En "Sobre la existencia cristiana" p.
131.2
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