La intimidad personal es un cierto vacío interior.
En su intimidad el hombre se encuentra solo.
Carece de un quién que lo llene por dentro.
Polo lo expresa diciendo que la persona humana carece de réplica en su interior.
La sabiduría humana, el saber de nosotros mismos, no es otro alguien que nos habla, no es un verbo personal, no es "otra" persona, es, solamente, un hábito. ¿Cómo decirlo? Es como una sed.
Es el adverbio "además".
De ahí que busquemos el quién que nos revelará nuestra identidad. El hombre solo es un absurdo. Nunca sabrá quién es.
Glosa a Juan A. García González : Existencia personal y libertad. Anuario filosófico nº 95. 2009, p. 351.2
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