Porque la libertad trascendental no tiene réplica en
su interior, que la determine a hacer "su" capricho. (Este primer
"su" es el caprichoso individual).
Dios nos crea personas al incluirnos atópicamente en "su"
máxima amplitud. Seremos una chispa de "su" fuego. (Este segundo
"su" es de Dios).
La "chispa" no es un capricho espontáneo,
arbitrario, solitario, narcisista. No somos libertad para realizar"nos".
Somos actuosamente hijos (libertad nativa) que
buscarán eternamente el horizonte (libertad de destinación) feliz e
indesfuturizable de su dependencia de Dios.
Nuestra "réplica" es el encargo, siempre
más, que nos inspira e inflama (del Verbo), que vive más allá de nuestra
intimidad.
A priori,
la libertad es trascendentalmente dual (nativa-destinal), no arbitraria, sino
amorosa. (Hacia Dios).
De
esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p. 249
Para
saber más sobre la libertad trascendental, libertad nativa y libertad de
destinación, ver las etiquetas que comienzan por 5.5.4.
Hablamos
de la libertad en general en la etiqueta 1.1.2
.
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