En Hegel encontramos la dualidad sujeto-objeto.
El objeto en el que culmina la idea absoluta, es
necesario pues abarca la totalidad.
El sujeto es libre en cuanto que conoce esa totalidad.
Puede alienarse saliéndose de la lógica.
Pero su culminar es dios, la idea absoluta, la
libertad total, metalógica.
Lo malo es que el ser de Hegel no puede dialogar con
un ser superior. Está solo. No es dialógico, sino dialéctico.
Por lo tanto, aunque encontremos retazos hegelianos en
Polo, radicalmente son opuestos. El dios de Hegel no sabe amar.
Glosa
a Juan A. García González: Existencia personal y libertad. Anuario filosófico
nº 95. 2009, p. 342.3
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