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La persona humana es, trascendentalmente, dar. Es efusiva, vehicula o extiende su donalidad a través de su esencia (A.T. I, p.253).
 
 Sus dimensiones inferiores son
impregnadas con la actividad trascendental. Con su dar.
 
 Polo dice que la persona desciende a su
esencia (A.T. I, p.251), a su manifestación, disponiendo, iluminando, otorgando.
 
 Es oferente porque el dar humano “ilumina”
el querer-yo, constituyendo el voluntario.
 
 El amor personal empapa todos los niveles
del ser humano y vuelve hacia Dios, vehiculando el don constituido, hacia
adentro.
 
 La persona humana extiende su
actividad trascendental en cascada, descendiendo hacia la esencia y ascendiendo
hacia Dios, esperando aceptación.
La persona humana es, trascendentalmente, dar. Es efusiva, vehicula o extiende su donalidad a través de su esencia (A.T. I, p.253).
De esto habla Adam Solomiewicz aquí.  En la página 43.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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