Polo (que es un explorador y va poniendo nombres como
Stanley o Colón) denomina "advertencia"
al conocimiento metafísico, según el hábito de los primeros principios "reales"
(es decir el hábito que permite conocer los primeros principios de la
realidad).
"Advertimos" así el ser del universo (Polo
llama al ser del universo, principio de no contradicción. Como veis es un
principio real, no lógico, no algo que está en nuestra cabeza, sino en la
realidad).
Con la advertencia se "apunta" también el Origen (que es el principio real de
identidad, Dios, como fuente y origen), tema insondable. Le adoramos.
Polo, sin embargo,
denomina "alcanzar"
al conocimiento del ser personal.
El "alcanzar" dice que es "sobrante" porque es además.
El intelecto personal alcanza a conocer que es siempre
más, que siempre sobra. De
ahí que se trueque en búsqueda de Aquél de quien le viene el sobrar.
El ser del universo, sin embargo, no sobra, es sencillísimo.
Por eso el "advertir" no sobra. Gracias al
hábito de los primeros principios advertimos metafísicamente la existencia de
Dios. Un Ser insondable.
Es claro que el acto de advertir no se consuma, como
no se consuma el alcanzar. Dios es incomprehensible.
Volviendo a nuestra pregunta: "advirtiendo"
sólo conocemos que Dios existe (y que crea el universo, que no es poco).
Adoramos el Origen insondable. Pero esa actividad no da para más (ni para
menos). Por eso decimos que "no sobra".
El sobrar es otra cosa: es el alzarse como hijos al
abrazo del Padre y ése es el "alcanzar" (le di a la caza alcance) que
tampoco se consuma, pero que nos hace depender más y más del Padre, en abrazo
amoroso.
A mí me conmueve contemplar la vida interior de don
Leonardo, introduciéndose (tantas veces solo) por los entresijos de la Luz
filial.
Glosa
a Juan A. García González: Existencia personal y libertad. Anuario filosófico
nº 95. 2009, nota 31, p. 340
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario