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Porque Dios da sin reservas.
Dios Padre es dar sin reservas.
No hay nada en Dios que no sea dar.
Es dar supremo, plenamente dar.
Y, respectivamente, Dios Hijo es plenamente Hijo.
No hay nada en Dios Hijo que no sea filiación.
Su dar supremo es el aceptar plenamente el dar.
Dios Espíritu Santo es plenamente don.
Es el dar siempre más en Dios.
Un gozo de don.
¿Y nuestra plenitud?
La entrega.
Ideas inspiradas en el artículo "Aclaraciones sobre y desde el dar, de Falgueras, en Miscelánea poliana nº 9. p.64.2. Citamos las páginas según la recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A. García
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