Sostenemos que la "intensidad" es propia de
la potencia. Es la esencia, y no el acto de ser, la que es intensiva.
Los actos no son más o menos intensos.
Los actos son superiores o inferiores, jerárquicos.
Distintos.
La jerarquía del acto, según
el ser, es a varios niveles:
-Identidad (Dios).
-acto de ser personal.
-acto de ser del universo
físico.
Pero, en cada nivel, (salvo
en Dios, que no es compuesto), el acto es más o menos intenso, según su
esencia, compuesta de una pluralidad de actos.
Por ejemplo, para el acto de
ser personal humano, su esencia es el disponer, manifestar, iluminar, aportar,
(que son distintos modos de designar la esencia humana) que son actos por los
que se expresa la persona humana.
Y ese iluminar es
jerárquico, según lo que ilumine. Cada acto de conocer es distinto y conoce más
o menos intensamente la realidad.
Como es más o menos intenso
el disponer, manifestar y aportar.
Afirmamos, pues, que el acto de ser no es intensivo porque su
intensidad es siempre máxima, sin fin,
inagotable. La infinitud de la intensidad se debe a lo más íntimo de
nuestra intimidad.
El "además" está
siempre abierto por dentro, y más allá de su más allá, habita Dios, la máxima
amplitud.
Más que una intensidad del acto de ser personal, o que
una persona es más o menos "intensa", es preferible hablar diciendo
que la persona aumenta sus relaciones, se abre más, acogiendo y dando.
La intensidad del acto de ser es entonces su inagotabilidad, gracias a sus aperturas.
Y se abre con sus hábitos. Los hábitos son actos. Pero
se les puede decir más o menos "intensos" según la potencia que actualizan.
Los hábitos superiores más que intensificar,
multiplican la actividad del ser, creando nuevas relaciones. Son aperturas.
El ser personal es coexistente y multiplica sus
relaciones.
No se trata, claro está, de relaciones accidentales
sino duales. La persona se desdobla con sus hábitos, hacia fuera y hacia
dentro. Es un ser-con hábitos.
No se trata de que el ser-con hábitos sea el mit-sein
de Heidegger, que apunta a la sociabilidad. Sino el co-ser-con que rebrota, que sobra.
No solo alteridad, sino dualidad interna, radical.
Hacia fuera y hacia dentro.
La persona no puede existir sin multiplicarse. Y esta
multiplicación es posible por la dualidad (hábitos) y la alteridad. Es una
multiplicación "hacia" la unidad. No es dispersión, sino crecimiento
como el fuego.
Es el juego del tener (hábitos) y del dar (alteridad).
Decir que cada acto de ser sería más o menos distinto
porque participa más o menos del Ser, no separa suficientemente la
criatura de Dios.
Otra cosa es la intensidad como se manifiesta la llama
en el fuego. Lo que es intensivo es el
crecimiento de la esencia humana.
El hombre puede crecer
irrestrictamente y se manifiesta, más o menos, libremente.
Ese crecimiento es esencial.
Sin embargo, si ustedes
quieren hablar de crecimiento del acto de ser humano tal como lo hemos descrito
(aperturas), pueden utilizar el término "crecimiento intrínseco sin
culminación".
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