La verdad, en el orden antropológico no
se limita a ser una adecuación entre el entender y la realidad.
Cuando se piensa así la verdad, se cae
en un determinismo moral: el hombre hará siempre lo que cree que es bueno. El
error sería siempre falta de conocimiento.
Pero si consideramos la verdad como
inspiración, comprenderemos
que la persona es siempre libre. Es la persona, libremente o en tanto que
libertad, la que cantará su verdad, si quiere.
En el orden antropológico el encuentro
con la verdad es operativo, saca fruto de la verdad encontrada, por el amor.
Esta operatividad, aunque no quepa sin
la verdad, es aportada por la libertad (libertad trascendental, es decir, la
persona en tanto que libertad).
De este modo se entiende que la razón
no esté ya por encima de la libertad, sino que la libertad se hace cargo de la
verdad, responsablemente.
Para saber más pueden ustedes leer: Polo, "La verdad como
inspiración", en La persona humana y su crecimiento, p. 201.3
.
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