La ideología colectivista
empobrece el mito heroico (conocimiento sapi encial
religioso) al negar al que encarga.
Toda forma de ateísmo
plantea el problema de quién ha depositado en mí su confianza.
Si no hay quien encargue,
tampoco hay libertad nativa. Es decir, la libertad no puede estar sola en su
arranque.
Pensar que la libertad es la
autoinvención de encargos, es falso. Si el hombre atendiera el encargo sin
estar respaldado en su punto de partida, la libertad estaría hueca.
La libertad es la perspi cacia, implicada en un intelecto suficientemente
lúcido, para darse cuenta de que en su arranque mismo está acompañado.
De esto habla Polo en el último capítulo de
"Quién es el hombre" p. 247,4 - 248,2
Tratamos
de la libertad nativa y de la libertad de destinación en las etiquetas 5.5.4
.
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