Formule usted los 4 trascendentales personales

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Persona humana significa:
- co-existencia carente de réplica;
- libertad;
- transparencia;
- criatura donal.

Me agrada especialmente esta formulación que Polo hace en Antropología trascendental I, p. 217.2
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¿Cómo distinguir los trascendentales personales?

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Los trascendentales personales, descubiertos por Polo, se conocen sapiencialmente.
 
Gracias al método del abandono del límite mental, podemos alcanzarlos.
El profesor Juan A. García explica muy bien el modo de ejercer ese método para ir alcanzándolos.
Esto no significa que solo se alcancen con ese método, pues la sabiduría puede ejercerse de otras maneras.
 
Polo dice que cada trascendental personal humano es dual.
 
A mí me parece que trascendentalmente se dualizan con Dios.
Co-ser con María (humildad trascendental)
Libertad con el Padre (fidelidad trascendental)
Conocer con el Hijo (filiación trascendental)
Amar con el Espíritu Santo (comunión trascendental)
 
Entiendo por tanto que aunque los trascendentales personales se pueden distinguir cada uno por su tema, radicalmente se distinguen según su relación con el Origen.


¿Qué método debemos ejercer para conocer los trascendentales personales?

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El método para alcanzar los trascendentales personales es el abandono del límite mental en su tercera dimensión.
Es decir, el ejercicio del hábito de sabiduría.
 
1. Ejerciendo el hábito de sabiduría, en tanto que además, se alcanza el co-ser o actuosidad insistente.
 
2. Cuando el hábito de sabiduría se mantiene en tanto que hábito, sin dejarlo atrás, se alcanza la libertad trascendental, es decir, sabemos que nacemos libres para destinarnos libremente.
 
3. Al darnos cuenta de que conocemos al ejercer el hábito de sabiduría, alcanzamos el intelecto personal (siempre podremos conocer más) encontrar y buscar.
 
4. Al buscar nuestro Origen, al ejercer el hábito de sabiduría, nos damos cuenta de que no podemos conocernos si Dios nos nos da nuestro conocimiento. Llegamos así al amar personal.

 


¿Se puede decir que los trascendentales personales son entes de razón?

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Pensando en la solución que se dió a los universales, se me ocurría decir:
Los trascendentales personales son ”entes de razón” <con fundamento libre en la realidad>.
 
Le hice esta pregunta al profesor Juan A. García González.
 
Y me respondió así:
 
No; los trascendentales (tanto metafísicos como antropológicos) son reales: máximamente reales, puesto que se convierten con la existencia, con la actividad de ser; es la diferencia entre ellos la que es de razón,
con fundamento en la realidad.


¿Son duales los trascendentales personales?

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Sí.
Todo en el hombre es dual.
 
Juan A. García González esquematiza la dualidad de cada radical, de cada trascendental personal, diciendo:
 
el co-ser, se abre hacia fuera y hacia dentro;
 
la libertad es nativa y de destinación;
 
el intelecto personal alcanza y busca;
 
el amar personal acepta y da.
 
Bello esquema.
 
 
Glosa a Juan A. García González : Existencia personal y libertad. Anuario filosófico nº 95. 2009, p. 345


¿Se convierten los trascendentales personales entre sí ?

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        Cada uno de los trascendentales personales se convierte con los demás, hasta el punto de que uno no puede darse sin los otros.
 
Es decir, ninguno puede faltarle a una persona para ser persona.
Pero la conversión entre ellos no es completa, pues se distinguen realmente entre sí.

¿Cómo se convierten los trascendentales personales? ¿Cuál es su orden?

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Los trascendentales personales descubiertos por Polo al abandonar el límite mental en su tercera dimensión, se convierten de modo ordenado. (Respetan la jerarquía).
 
Cada uno de los trascendentales personales se convierte con los demás, hasta el punto de que uno no puede darse sin los otros.
 
Es decir, ninguno puede faltarle a una persona para ser persona.
Pero la conversión entre ellos no es completa, pues se distinguen realmente entre sí.
 
Cada trascendental personal es dual, actuoso, al convertirse con el trascendental jerárquicamente superior. Es importante la tarea de descubrir el orden de los trascendentales personales.
 
Existen varias propuestas entre los polianos sobre el orden de los trascendentales.
 
Po ejemplo, el gran autor poliano Jorge Mario Posada, en su intervención en el blog de los polianos (el de Juan A. García), nos explicaba que hay cuatro trascendentales propios del ser personal: libertad, co-existir o intimidad, inteligir y amar personales.
 
Los trascendentales clásicos tienen un orden que si no se respeta, trastrueca la filosofía, a saber: ser, verdad, bien, y belleza.
 
Pues bien, Jorge Mario propone como orden de los trascendentales antropológicos el siguiente: libertad e intimidad, inteligir y amar.
 
Aún dice más: el co-existir denotaría el acto de ser humano personal de tal manera que vale para los cuatro trascendentales antropológicos, si bien se corresponde más que nada a la intimidad.
 
Y el "además" también vale para los cuatro, aunque conviene más a la libertad.
 
Sin embargo, en mi intervención en el blog de Juan A. García, me permití disentir de ese orden, coincidiendo con el que había propuesto Enrique Golmayo. A mi entender, y pienso que en esto estoy también de acuerdo con Juan A. García, el orden es el siguiente:
1. Co-existir personal
2. Libertad trascendental
3. Inteligir personal
4. Amar personal.
 
Y tal como pidió Enrique Golmayo, se puede establecer una correspondencia, no simétrica, con los trascendentales clásicos.
 
1. El ser metafísico se corresponde con el co-existir personal y la libertad.
2. La verdad metafísica se corresponde con el inteligir personal.
3. El bien metafísico se corresponde con el amar personal.
 
Entonces, ¿qué es la intimidad?
Pienso que es el conjunto de dualidades íntimas del ser personal.
Es cierto que Polo llama también "intimidad" a uno de los trascendentales personales, concretamente a la co-existencia personal, (de ahí la proposición de Jorge Mario Posada de considerar la intimidad como uno de los trascendentales, en lugar del co-ser), pero otras veces refiere la intimidad al ser personal sin más, es decir, a ese carácter de apertura propio de la persona (apertura interior y hacia dentro). La persona está abierta por dentro, es capaz de acogida.
 
En un punto estoy de acuerdo con Jorge Mario: el además conviene a los cuatro trascendentales personales, aunque convenga más a la libertad, que es un acto siempre insatisfecho.
 
Y llamaremos "carácter de además" de una parte a la dimensión "metódica" del abandono del límite, que desvela el ser siempre más y de otra parte el alcanzar que somos adverbio, que somos hijos, que somos siempre más.
 
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Adam Solomiewicz propone una reconfiguración de los trascendentales personales.
A mi entender, se trata de ordenar de otro modo la manera de presentarlos.
En lugar de decir Co-ser; Libertad; Entender; Amar; propone decir Co-Ser; Entender; Amar; Libertad (la libertad de la gloria de los hijos de Dios).
 
En esto sigue, a mi entender, la inspiración del poliano quizás más trabajador, Juan Fernando Sellés.


¿Cómo son elevados los cuatro trascendentales personales descubiertos por Polo?

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1. El co-ser es el subir incesante hacia Dios (de ahí la dignidad de cada persona humana). Gracias a su elevación el acto de ser personal (co-ser) es “actuoso”, “además”, se añade, encontrando cada vez más compañía.
 
2. La libertad es el juego. El trascendental “libertad personal” es elevado jugando. Cuanto más alta está la persona, mejor juega. La libertad trascendental es el juego del amor, que engendra, en la belleza, nuevos juegos.
 
3. El entender personal crece al crecer transparentemente sus contenidos, al abrirse el panorama en la medida en que toma altura, elevado por Dios.
 
4. El amar personal es elevado en la medida en que Dios acepta su don, al destinarse libremente a Dios.


¿Esperan los cuatros trascendentales personales la aceptación de Dios?

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La dimensión del crecimiento, a nivel esencial  (es decir, la disposición esencial del hombre, nuestra vida donada) se distingue de la dimensión del crecimiento, a nivel del acto de ser personal (la iniciativa divina que cuenta con nuestro don).
 
Para entenderlo, fijémonos en el cuarto trascendental, el amar personal. (Lo mismo ocurre en los otros tres trascendentales personales, pero en el amar se ve más clara la necesidad del don esencial).
Porque el cuarto trascendental, el más alto, es una tríada amorosa: Aceptar-dar-don. (Dios que Acepta, la persona que da y el don de su vida).
 
Damos nuestra vida esencial, que debe ser Aceptada por Dios (eso es el Juicio). Si Dios la Acepta, el don deviene trascendental (o si prefieren ustedes : Don-don).
 
Los cuatro trascendentales, para ser cabales, esperan la aceptación de Dios.


¿A qué llama Polo distinciones duales?

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Las distinciones duales son aquéllas en las que cada miembro es también otra distinción dual y que además no se da la distinción dual de un miembro sin la distinción dual del otro (como una escala).
 
Ejemplo: la criatura se distingue de la nada en cuanto que se distingue de Dios.
 
El estudio de las distinciones duales corresponde a la antropología trascendental.
 
Por ejemplo, el co-ser es una dualidad, con dos miembros que son a su vez duales.
El miembro inferíor es el abrirse hacia fuera, o sea ser además del universo físico, en donde no encuentra réplica.
El miembro superior es la coexistencia en busca de réplica. Es el abrirse hacia dentro, la libertad nativa.
 
La persona humana es una constelación de dualidades.








De esto habla Polo en Antropología trascendental I, nota 137 de la p. 136.3

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¿Se dualizan los trascendentales personales entre sí?

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Contrariamente a lo que sostiene Adam Solomiewicz, pienso que los trascendentales personales se dualizan entre sí.

Y lo hacen según la doble dualidad radical propuesta por Polo.

Comprendo que Adam S. diga que no se dualizan entre sí, pues entiende el “dualizarse” como una dualidad entre dos miembros de nivel ontológico distinto. De ahí que los vea convirtiéndose entre sí, pero no dualizándose.

Sin embargo, del mismo modo que la Trinidad es jerárquica siendo idéntica, me inclino a pensar que los trascendentales personales son también jerárquicos y se distinguen según las aperturas trascendentes con la Trinidad: humildad del co-ser, fidelidad de la esperanza, filiación del entender y comunión del amar.

Distinción jerárquica según el axioma de la jerarquía.

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¿Cuál es la cima del entendimiento humano natural?

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La cima del entendimiento humano natural es la búsqueda intelectual de la Réplica.
 
Recuerden que distinguimos entre fe intelectual (etiqueta 5.13.3) y fe sobrenatural (etiqueta 12.8.1).
 
El entender personal en tanto que trascendental, se abre al Transcendente por la fe intelectual.
Su cima está en la búsqueda de su Réplica en Dios, que siempre será además.
 
De ahí que siempre será búsqueda. La persona humana nunca dejará de crecer.

 

Ideas inspiradas en la tesis de AdamSolomiewicz que les invito a leer : https://dadun.unav.edu/bitstream/10171/59347/1/02_solomiewicz_29_web.pdf

Concretamente en sus Conclusiones: p.72


La voluntad circular

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Estoy de acuerdo en que la voluntad es curva.
Pues con su intención de alteridad no busca solamente dar a otro sino que se vuelve hacia Dios para dar más.
 
Entonces, considerando las dos dualidades circulares propuestas por Adam, me inclino a pensar que su curvatura es circular.
Gracias a las relaciones interpersonales se constituye el don.
 
Y el amar enriquecido puede otorgarse hacia arriba a Dios, esperando aceptación.
Y Dios siempre acepta.
 
Cada año que comienza es mejor que el anterior.
Crecemos en Amor.
Gracias también a la voluntad.
Circular.


¿Qué es la filosofía del don personal?

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La filosofía del "don personal" no estudia solamente el crecimiento esencial. (La vida esencial como don). Es más amplia y radical pues tiene en cuenta, principalmente, la iniciativa divina de glorificar a la persona, si ella quiere, si ella acepta.
 
Es la filosofía del Amor donal o de la persona como don.
 
Es su misión desarrollar el método poliano hasta alcanzar la elevación última del hombre, su glorificación o encuentro definitivo en Dios.
 
Es una filosofía que goza con la descripción de los "juegos" teándricos, tal como Ricardo Yepes intuyó en su descripción del Cielo y Vargas expone (por ejemplo, en su libro “Ser y don”).
 
Esto no quita el que contenga implicaciones sabrosas para nuestro currelar cotidiano (esencial), pues la libertad trascendental se asoma en nuestras vidas a través de la contemplación.
 
Adam Solomiewicz ha hecho propuestas innovantes en la comprensión del don.
 
A mí me gusta hablar de la filosofía del Don-don.
 
Gracias al mito del ascensor acristalado podemos entender el crecimiento de la persona humana. Se trata de una Página del Blog a la que se accede desde este enlace : https://preguntaspolianas.blogspot.com/p/el-mito-del-ascensor-acristalado.html


¿Puede la persona humana detener el crecimiento “sólo desde Dios?

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El hombre puede detener el crecimiento, en su tiempo manifestativo, si se opone voluntariamente al juego.
 
Mientras que no se oponga, crece, es elevado, aunque no se dé cuenta (un día lo sabrá), porque es un crecimiento "sólo desde Dios". Sólo en Dios. Ejemplo: el crecimiento del embrión humano en el seno de su madre.
Incluso si se opone (pecado), Dios sigue elevándolo, y cuando deje de oponerse, y se convierta, descubrirá que mientras que perdía el tiempo en obscenidades, Dios lo quería más, esperándole. Las páginas tristes de nuestra vida no hacen más que crecer el Amor de Dios por nosotros.
 
Otra cosa sería, cual demonio, oponerse eternamente. Su elevación quedaría inédita para siempre.
 
Gracias al mito del ascensor acristalado podemos entender el crecimiento de la persona humana. Se trata de una Página del Blog a la que se accede desde este enlace : https://preguntaspolianas.blogspot.com/p/el-mito-del-ascensor-acristalado.html


¿Qué es la glorificación?

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La glorificación es el encuentro definitivo con Dios, en el que conoceremos cómo Dios nos conoce: como hijos que serán siempre "además", jugando y cantando eternamente.

 

Gracias al mito del ascensor acristalado podemos entender el crecimiento de la persona humana. Se trata de una Página del Blog a la que se accede desde este enlace : https://preguntaspolianas.blogspot.com/p/el-mito-del-ascensor-acristalado.html


¿Qué es la índole triádica de una actividad amorosa?



Cuando tenemos una jerarquía de actos donantes y aceptantes, esos actos no están enlazados como una cadena de dualidades, sino, más bien, triangulando. 

Es cadena a tres. 

 El don aceptado en una estructura donal superior es dar en la estructura donal de nivel inferior. 

Así se explica que el aceptar personal humano de la estructura donal primera (al aceptar el Don o donatio essendi, que Dios Da), ese Don se convierta en dar personal humano en la estructura donal segunda. 

La tríada amorosa es así Dios, aceptar, dar. 

Y lo que la persona humana da es su vida, su don esencial. 


 Pueden ustedes estudiar la propuesta de Adam Solomiewicz en este enlace: https://dadun.unav.edu/bitstream/10171/59347/1/02_solomiewicz_29_web.pdf

¿Qué es el ver y el mirar en el crecimiento personal?

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Al decir “ver”, pensamos en el miembro inferior de la sindéresis poliana: ver-yo.
Pero aquí se trata del “ver” sin yo.
Ese “ver” sin yo, es la dimensión personal del crecimiento.
Porque el crecimiento de la persona humana tiene dos dimensiones: el “ver” y el “mirar” (el mirar es el yo).
 
Gracias a la elevación constante e irrestricta, que eso es el crecimiento personal, podemos ver el mundo y la humanidad cada vez mejor, desde más altura, y ese poder “ver” es la dimensión sólo desde Dios, del crecimiento de la persona humana.
Pero, atención, “veremos”, si miramos. Y “veremos” según el modo como libremente miremos.
 
Porque también podemos cerrar los ojos, o desviar la mirada, o caer en las alucinaciones, o, desgraciadamente, malograr el ascensor.
El crecimiento personal debe ser servido por el crecimiento esencial. Los ojos deben abrirse y estar sanos.
Si el yo no dispone, si no otorga desde sus adentros, no habrá don de la persona, no habrá amor donal y la persona quedará inédita (aunque trascendentalmente siga creciendo).
De ahí que podamos decir que si no queremos, no crecemos.
 (El "querer" es manifestación, a nivel esencial, del otorgamiento trascendental, servido por el esencial).
Aunque Dios nos dé incesantemente el Don, elevándonos trascendentalmente (llamándonos, pues somos libres), no crecemos, faltos de "mi" respuesta (del don de mi vida que yo debo otorgar).
El Don queda frustrado, hasta que rectifiquemos.
 
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¿Cuál es el verdadero sentido de la libertad?

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La obediencia.
Añadirse libremente.
Ser además.
 
La palabra clave de la antropología no es la "libertad", sino además.
 
Benedicto XVI la denomina obediencia.


¿Cómo destinarse a nuestro destino?

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¿Cómo destinarse a nuestro destino? No rechazándolo. Y otorgando nuestro don.
 
Obedeciendo. Acogiéndolo. Y dándolo.
 
No ciegamente. Obediencia inteligente, activa.
 
Ese no rechazo y esa obediencia se manifiesta como respuesta del yo (ápice de la esencia humana). Es el "yo" el signo eficaz de la constitución del don, (Don-don), desde su adentro, disponiendo al querer, (supuesta, claro está, la Aceptación divina que conoceremos en nuestro Juicio particular).
Gracias al otorgamiento manifestado en el adorar-yo, se completa  el don que faltaba a la tríada amorosa, del que carecía el Amar personal que somos.
 
No olvidemos que, tal como Adam Solomiewicz propuso, el amar personal humano tiene dos estructuras donales.
La estructura primaria es el Dar divino y aceptar humano.
La estructura donal segunda es el dar humano y Aceptar divino.
Estas dos estructuras se convierten gracias a sus dones.
El Don divino (destino al fin y al cabo), no se constituye sin el don esencial humano.
 
Nos destinamos, (don), a nuestro destino (Don).
 
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¿Qué componentes tiene la libertad como donación?

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La "libertad como donación" de la que habló Ángel Luis González, es una libertad a tres: Dios que llama, la persona que responde, y su yo que constituye el don.
La persona humana manifiesta, con su yo, su querer libre.
 
El crecimiento del co-ser (el crecimiento del acto de ser personal) es un obedecer inteligente, porque quiere, al Don de Dios, a su destino.
 
Es crecimiento, a la vez, de libertad, entender y amar.
Siempre mediados por nuestra esencia (nuestro yo libre).
 
Estamos orientados donalmente, (tenemos una vocación, un destino) pero libremente nos debemos dirigir "hacia" el Don que Dios nos da.
 
Hay algo “de” la persona que se añade al Don de Dios, configurando su Destino.
El Destino está en nuestras manos.
Es un Don-don
 
Adam Solomiewizc  en la nota 27 del resumen de su tesis, habla de una estructura donal tercera en la que al Don primero se le añade lo sobrenatural.
A mi entender, ese añadido, es la anticipación de la gloria que vivimos con nuestra visión sobrenatural.
Don divino – Don humano.
El Don-don deviene Don-Don.
 
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Sin embargo, tenemos la posibilidad de negarnos (si no otorgamos), y ese trascendental "no otorgar" se manifiesta como una disposición (la disposición es uno de los cuatro modos de la esencia humana. Esos cuatro modos son: manifestar, disponer, iluminar y aportar).
 
Seremos juzgados por nuestro Destino.
Si no estamos dispuestos a entrar en nuestra morada…, pues no entraremos.
 
 
 
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¿Es el crecimiento personal un autotrascenderse?

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Adam Sołomiewicz tiene una propuesta sumamente aclaratoria al estudiar la dualidad radical de la persona humana.
 
Esta dualidad tiene dos miembros:
 ‘El miembro nativo de la dualidad radical humana es el nacer trascendental y el miembro destinativo de dicha dualidad es el destinarse trascendental’.
 
‘Nacer trascendental’ significa la relación humana nativa en Dios –su Origen personal– que se extiende a las dimensiones humanas inferiores personalizándolas o empapándolas con el valor trascendental.
 
Destinarse trascendental’ es sobrepasar lo nativo: es autotrascenderse como apertura a Dios, su Destinatario personal.
 
Entiendo que este autotrascenderse, es el crecimiento personal del que venimos hablando.
 





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¿Cómo crecemos “hacia” Dios?

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El crecimiento de la persona humana es “hacia” Dios.
El hombre sin Dios es como un rabo sin perro.
Crecimiento irrestricto “en” Dios.
 
El crecimiento personal se extiende, desde Dios y en Dios, a cada trascendental personal.
 
Veamos cómo se encuentra en el Amar personal:
 
Sabemos que la tríada del Amar que somos, radical que se convierte con cada persona humana, está formada por su dar, su aceptar y por su don.
Los tres se dualizan con Dios.
 
El aceptar, con el Dar de Dios, y lo que Da es el Don del ser persona.
 
El dar, con el Aceptar de Dios, il lo que se da es el don de la vida (la esencia humana).
 
El don (la vida en cuanto esencia), con el Don que Da Dios, que al ser Aceptado por Dios, es elevado al nivel trascendental, siendo traspasado, para siempre, por su Réplica (su Ser en Dios). Y entonces tenemos el Don-don
 
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¿Cómo tiene lugar el aceptar humano?

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El aceptar personal humano consiste en un aceptar el Don divino en un progresivo crecimiento que nos va identificando con el Aceptar divino (Hijo), que es nuestra réplica.
En este juego trascendental, el Don que seremos cada uno quedará constituido definitivamente cuando Dios acepte nuestra vida, nuestro don, el día del Juicio.
Seremos Don-don.
 
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¿Qué decir a los que no les gusta el auto- del autotrascendimiento?

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Yo les pondría el ejemplo de la puerta que no tiene manilla por fuera.
 
Dios quiere comunicarse a cada persona.
Pero cada persona es libre. Debe abrir la puerta desde dentro.
Ese abrir la puerta desde dentro es el auto-.
 
Llamo autotrascendencia  a la respuesta de la persona humana a Dios, que va más allá de su trascendencia (la trascendencia es lo radical en la persona humana), para alcanzar la transcendencia (la glorificación).
Es la respuesta a la llamada inicial.

¿Culmina el don?

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Dios es transcendens y, por lo tanto, la persona humana al dualizarse radicalmente con Dios, nunca culmina.
Este no culminar no es una escasez, sino un entero sobrar, es lo que llamamos carácter de además.
 
El sentido altamente positivo del además consiste precisamente en carecer de término. En el Cielo jugaremos sin cansancio, creciendo siempre más. Ofreciendo más dones.
 
Son los dones del Amor.
Los dones del Fuego del Espíritu Santo.
Dios da (Padre), Dios acepta (Hijo), Dios es don (Espíritu Santo).
Amor.
Y en el Hijo, aportamos y aportaremos nuestras vidas (nuestros dones).
 
La libertad, si no la detenemos, es creciente. Es además y además.
La libertad trascendental es creciente, y la libertad esencial, en el tiempo humano, también lo es (si la persona "quiere").
Ser creciente trascendentalmente significa que (si no se detiene "voluntariamente") no cesa de ir hacia su fin, sin culminar, (pues su destino es Dios, ámbito de la máxima amplitud).
 
Y no cesa porque el Dar de Dios y la Aceptación de Dios no tienen término.
 
El aceptar del Amar personal es, en definitiva, una búsqueda de aceptación de la parte de Dios. Búsqueda que nos mantiene en tensión “hacia” Dios.
 
La iniciativa es divina, es Don (nuestro ser, siempre creciente). Y nuestra respuesta es don (nuestra vida realizada libremente).
 
En definitiva Don-don.

 

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Encarnación del Misterio

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Misterio es iniciativa divina. 

El verdadero misterio es una iniciativa divina.

 

Un misterio es algo escondido que la fe puede desvelar.

 

Todos los gestos y acciones de Jesús son Misterio.

Son los Misterios de la Vida divina.

 

Polo está convencido de que todas las dimensiones humanas están abiertas a Dios. (Encierran un misterio).

Las dimensiones humanas se distinguen jerárquicamente. (Profundizando en ellas podemos llegar a Dios).

 

Desde cada dimensión se puede alcanzar, subiendo la escalera, algo distinto de Dios.

Una mirada humana de Jesús es un Misterio.

 

La autotrascendencia es el intento de desvelar un misterio.

La autotranscendencia es ver a Dios, cara a cara. El desvelamiento del Misterio.


¿Por qué decimos que la persona humana es creada en vía de destinación?

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Queremos llegar aquí a una propuesta clave: “La persona es creada en vía de destinación”.

 

“En vía”.

Siempre más.

 

Crecemos según el tiempo humano. (Pueden ustedes ir a las etiquetas 1.12.0 sobre el tiempo).

 

Las “decisiones” libres, tiempo humano al fin y al cabo, conforman nuestra destinación.

No estamos predestinados a un crecimiento ciego.

 

Y son decisiones que se apoyan ya en el tiempo físico desde el antes al después.

 

El profesor Juan A. García G., en Miscelánea poliana nº 58 hace unas consideraciones muy aclaratorias sobre los primeros principios de la realidad.

Metafísicamente, el antes  no es otra cosa que el principio real de causalidad trascendental, y el después el principio real de no contradicción. (No son principios lógicos sino reales).

 

Físicamente, el cuerpo crece o decrece según el antes y el después.

El “antes” lo retrasa, pero el “después” mantiene su movimiento.

Algo podemos hacer, interviniendo, para que mejore nuestra salud, pero inexorablemente el tiempo físico se agota.

Sin embargo, el tiempo físico (el retraso que procura el antes) no es rémora sino “ocasión” de ejercicio de la responsabilidad.

El hombre puede superar el dominio del tiempo que lo retrasa.

Y lo hace, a nivel esencial, cuando aprovecha libremente la ocasión para adquirir virtudes (o lamentablemente caer en vicios).

El co-ser "encarnado" en el tiempo físico, crecerá vitalmente si voluntariamente aprovecha las oportunidades que aparecen en ese tiempo. La persona aprovecha el tiempo físico si crece, esencialmente, en virtudes.

El primer peldaño del crecimiento humano es el físico, el segundo es el virtuoso (esencial) y el tercero es el crecimiento propiamente personal. Cuerpo, alma y espíritu.

(El espíritu es el tiempo humano de la eternidad, que no depende de nosotros pues es el futuro imposible de desfuturizar. La Vida).

 

Sí, vivimos para amar. Estamos en vía de destinación.

 

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