El hombre es el ser que "dispone"
del universo en calidad de esencia. Esencializándolo. Perfeccionándolo al
perfeccionarse.
Lo que en el universo es un comienzo
incesante, (esse o acto de ser del
universo), la persona humana lo eleva al rango de manifestación libre, operosa,
de su ser.
El ser del universo, que es sencillo, en el
hombre es abierto dualmente, y deviene entonces esencia humana, lo llamaremos mundo.
El mundo del hombre es un disponer, un
aportar, un iluminar, un manifestar, con contenido, con obras, trabajadas
gracias al retraso que la materialidad del universo físico nos ofrece.
Podemos ser artistas, cantarle a la belleza,
con nuestro modo de ser humano: somos espíritu "en el tiempo".
Ese tiempo alude también al tiempo físico,
al universo. De ahí que la materia, que para algunos es considerada como
impureza, sea en realidad una ganancia para el hombre pues, al retrasarse,
tiene más tiempo para amar, cuidando o rescatando los detalles.
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