La definición clásica de los hábitos se refiere a los
hábitos adquiridos por las potencias espirituales (inteligencia y
voluntad).
Esos hábitos se definen como una "disposición estable".
Es más estable que la operación, pues la operación
puede darse o no.
El hábito es la posesión según la disposición.
El hábito adquirido es una perfección del principio
del obrar (una perfección de lo que clásicamente se llama facultad, y que Polo
prefiere llamar potencia espiritual para señalar que es irrestricta).
El principio del obrar, la facultad, se mejora en
cuanto principio, y no sólo porque pase de potencia a acto.
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