Gracias a la dualidad, el ser personal humano no es
sencillo, como el "ser del universo", sino que siempre se desdobla,
es inagotable.
De ahí que pueda abrirse y co-ser con otras personas.
La dualidad abre la persona a la co-existencia y por
consiguiente a la comunión.
Somos capaces
de amor, que es ganancia pura.
Glosa
a Juan A. García González: Existencia personal y libertad. Anuario filosófico
nº 95. 2009 p. 340.2
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