El miembro superior sirve al inferior favoreciéndole y el inferior, al
subordinarse, redunda en el superior, inspirándole.
El superior es condición de posibilidad del inferior y
el inferior es expresión del superior.
No olvidemos el ejemplo de la escala o de la cadena de
eslabones.
El miembro superior no está aislado (el inferior
tampoco). Son dos dualidades enlazadas e imbricadas.
La dualidad superior beneficia, a la inferior, repercutiendo en ella.
La dualidad inferior depende de la superior no
solamente por estar conectada o por coherencia, sino también por lo que Polo
llama concordancia. El miembro inferior concuerda con el superior, y es
esa concordancia la que lo eleva.
Es
propio de las dualidades humanas un sentido ascendente o jerárquico. Dicha ascensión se debe a que uno de los
dos miembros de cada dualidad es superior al otro, por lo que no se agota en su
respecto a ese otro, sino que se abre a una dualidad nueva, superior.
Repito,
entender las dualidades en sentido ascendente quiere decir que sus dos
miembros son distintos en tanto que uno de ellos es superior al otro, por lo
cual no se agota en ese respecto dual, sino que se abre a una nueva y superior
dualidad, en la que es el miembro inferior.
Pero el sentido de la
dualidad se aprecia mejor con las nociones de concordancia y de repercusión,
es decir, al entender el miembro superior como sobrante, o sea como no agotado
en una sola dualidad, y redundante en el miembro inferior.
Al no agotarse (por
depender de una dualidad superior) su repercusión enriquece, sin detenerse.
No es como en el universo
físico en el que la tetracausalidad está ya dada. En las dualidades humanas
siempre cabe mejora.
Los dos miembros de cada
dualidad no son concausales; en especial, el miembro superior no es la causa
final del miembro inferior. Ambos se mejoran gracias a la concordancia.
(Vean ustedes aquí el valor
positivo de la jerarquía).
Ejemplo: Los hábitos
adquiridos son coherentes con las operaciones porque las iluminan (iluminar es
un modo de expresar la verdad encontrada); pero, asimismo, son concordes con
las operaciones, pues los hábitos adquiridos se dualizan hacia arriba con la
sindéresis, por lo que no sólo expresan la operación mostrándola, sino que
repercuten en ella beneficiándose de su pertenencia al yo personal y a su
riqueza trascendente.
Lo que llamo repercusión
equivale, en este nivel, a la prosecución operativa, al pensar puedo pensar
más, pues mi pensar es del yo, y yo quiero más y veo más.
También el alma, llega a ser concorde con el cuerpo al
repercutir en la sensibilidad interna: es, por ejemplo, la noción de
imaginación creadora
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