La distinción real entre ser y esencia es la dualidad
clásica, que explica el carácter creado del hombre.
En efecto, no soy ni un ser arrojado a la existencia
(eso es el ser solo), ni una esencia que se pasea entre bosques y estrellas
(eso sería la esencia sola).
Soy lo que soy (esencia) porque mi ser no cesa (ser).
Y ese no cesar no viene de mí (de mi esencia) sino de
Dios, que sigue dándome el ser.
Pues bien, para Polo existen distinciones aún más radicales que la distinción ser-esencia.
Es un añadido a la filosofía creacionista, por parte
la doctrina poliana, ya que las dualidades muestran que la persona es
"creada".
El hombre se distingue de Dios, claro está, por ser compuesto
de ser y esencia (Dios es identidad y la persona humana, como toda criatura, es
inidéntica), pero en el caso de la persona humana existe una dualidad más
radical aún: la distinción entre el ser personal y sus hábitos superiores (hábitos
personales o existenciales).
En Dios las tres Personas son relaciones subsistentes
de su Ser en Identidad.
En el hombre las relaciones trascendentales (gracias a
los hábitos superiores) "nacen" de su ser personal. Es un ser
inidéntico en su más profunda radicalidad. Su acto de ser (co-ser o ser-con
hábitos) es un conjunto de dualidades, más radicales que la dualidad
ser-esencia.
Los hábitos superiores muestran el inagotable ser
"además" de la persona humana, el desbordarse de su actividad
existencial; co-ser siempre más.
Abrirse eterno en Dios, a los demás y al mundo.
Glosa
a Juan A. García González: Existencia personal y libertad. Anuario filosófico
nº 95. 2009, p. 338
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