¿Por qué la verdad no tiene sustituto útil?

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Porque la verdad es el valor supremo.
No se la puede sustituir por nada que sea instrumento para satisfacer necesidades.  Es el punto de llegada y de partida. El alfa y omega.
Cuando se trata de la verdad que nos enamora, ya no se trata de utilidades (coca o fanta, intercambiables para calmar la sed). Ahora se trata de cantarle. A ella.


La libertad no puede ser intensa (plena) no puede dirigirse a Dios cada vez con más intensidad, si no encuentra el camino de su verdad. Encontrar el Camino no es otra cosa que enamorarse de la Verdad, personal.


El acontecimiento inicial de la verdad es plural. Cada caminante sigue su camino. Para unos será de asfalto; para otros de tierra oscura y raíces. Pero todos nos añadimos a la misma fuente, al mismo fuego.

La verdad de verdad, la verdad profunda,  es la verdad personal. Mi réplica. Es ella la que, desde dentro del más adentro,  pone en marcha la libertad. Llamándola para que cante.

“La verdad os hará libres”, dice el Evangelio. La verdad siempre encomienda.

Así termina Polo, más o menos, el último capítulo de "Quién es el hombre"

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Entonces, ¿libertad trascendental personal significa que soy solamente lo que quiero ser?

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Es frecuente entender la libertad como una toma de postura ante la verdad, pero como si la verdad, por sí misma, no fuera suficiente y necesitara de un plus que sólo una decisión posterior, mía, puede aportar.

Aunque ella sea la más bella, soy yo, pensamos, quien elige que lo sea para mí. No bastaría su belleza.

Aquí, cuando hablamos de la verdad como inspiración, estamos diciendo otra cosa: es la verdad la que me inspira, la que inspira a la libertad, y no al contrario.

Noten la aparición del co-ser, característico de la persona humana: porque ella es bella, le quiero cantar. Le canto porque es bella y es bella porque le canto.

Desde luego, cabe actuar, (decidiéndose libremente por una verdad), solamente en cuanto que la "elegimos", pero entonces nos quedamos en los motivos. Polo llama a esa libertad "libertad según motivos": porque busco mi chica, la elijo, tú eres mi belleza.

Pero entonces no hay trascendimiento, no hay propiamente enamoramiento, la verdad no es traspasada por la libertad, para cantarle.
El autotrascendimiento (que estudiaremos en la etiqueta 1.0.2) nace de la llamada de la belleza que nos convoca y es precisamente el "encuentro" con la verdad de mi vida.

No soy solamente lo que quiero ser. Soy cántico a la verdad que me sale al encuentro. Mi libertad es mi canto.









De esto habla Rafael Corazón en la glosa a Leonardo Polo de su manual Filosofía del conocimiento p. 136
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¿Se estanca la verdad al encontrarla?

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No, pues la verdad tiene un destino: es mi verdad personal, mi canto a Dios.

Esto es posible porque el hombre tiene carácter "efusivo", "operoso" (la operosidad es lo que la persona añade al amor).

La libertad trascendental, o la persona como libertad, es de índole donante. El ser humano es efusivo, aporta.

No se trata solamente de buscar la verdad, sino de alcanzar mi destino a partir de ella. El realizarse es un dar.

Somos más libres cuando actuamos sin motivos, sin intereses, cuando le cantamos a la verdad encontrada. Así lo siente quien tiene una fuerte inspiración. El enamorado.







Para saber más pueden ustedes leer: Polo, "La verdad como inspiración", en La persona humana y su crecimiento, p. 202

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¿Es la verdad "terminal" en Dios?

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En Dios, como en el hombre, la verdad tampoco es terminal.

En Dios la Verdad es el Verbo, con quien es espirado el Espíritu Santo.

El enamoramiento en Dios es mutuo entre el Padre y el Hijo.

Actuosidad sin término.





Para saber más pueden ustedes leer: Polo, "La verdad como inspiración", en La persona humana y su crecimiento, pp. 197-206

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¿Está la razón por encima de la libertad?

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La verdad, en el orden antropológico no se limita a ser una adecuación entre el entender y la realidad.
Cuando se piensa así la verdad, se cae en un determinismo moral: el hombre hará siempre lo que cree que es bueno. El error sería siempre falta de conocimiento.

Pero si consideramos la verdad como inspiración, comprenderemos que la persona es siempre libre. Es la persona, libremente o en tanto que libertad, la que cantará su verdad, si quiere.
En el orden antropológico el encuentro con la verdad es operativo, saca fruto de la verdad encontrada, por el amor.
Esta operatividad, aunque no quepa sin la verdad, es aportada por la libertad (libertad trascendental, es decir, la persona en tanto que libertad).

De este modo se entiende que la razón no esté ya por encima de la libertad, sino que la libertad se hace cargo de la verdad, responsablemente.







Para saber más pueden ustedes leer: Polo, "La verdad como inspiración", en La persona humana y su crecimiento, p. 201.3
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¿Obedecemos siempre a motivos?

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Pues no. El que tenga una fuerte inspiración no necesita obedecer siempre a motivos. Puede hacerlo porque le da la gana.

Esto no quiere decir que no seamos libres cuando nos determinamos según razones, sino que somos más libres si, además, otorgamos libremente nuestro querer.

Y tampoco quiere decir que la libertad consista en espontaneidad o irracionalidad.

Lo que se quiere decir, por el contrario, es que hay una sobreabundancia a priori de la libertad. Nuestra inclusión en el ámbito de la máxima amplitud nos quita cualquier condicionamiento.
El "ama y haz lo que quieras" va por ahí.

Al "estar" en la verdad más amplia no necesitamos buscarla sino que la cantamos.

Lo que pasa es que en esta vida, la libertad no ha investido enteramente la manifestación de nuestro ser, nuestra esencia.

La libertad debe aún crecer venciendo obstáculos, encontrando el sentido al vivir.




Para saber más pueden ustedes leer: Polo, "La verdad como inspiración", en La persona humana y su crecimiento, p. 201.3


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¿Es la verdad formal el sentido más alto de la verdad?

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No. La verdad "formal" no es el sentido más alto de la verdad.

La verdad formal es el segundo sentido de la verdad
(1, verdad ontológica; 2, formal; 3, personal) y no es otra cosa que la adecuación de la mente a la realidad.

Aquí la verdad se toma en tanto que está en nuestro conocimiento. Si lo que conocemos es en la realidad tal como lo conocemos, poseemos la verdad de lo conocido. Verdad formal.

La verdad formal o lógica es estéril "si se queda" en un proceso quasi-mecánico.
En la lógica no hay "encuentro" con la verdad. La verdad lógica es una verdad desmedulada, que no inspira.

El sentido "formal" de la verdad establece su estatuto en el conocimiento, y, por así decir, ahí la deja, en su ser conocida. Desvestida la pobre.

En definitiva, ser encontrada es más que ser conocida.
Ser encontrada provoca la inspiración y la persona libre la canta, la viste, la celebra y adorna.

Para la persona, en tanto que libertad, la verdad es inspiración que le hace cantar.
Viviremos según la verdad, "haciendo" la verdad, manifestando la verdad de las obras de Dios (Juan 3, 21: son obras, palabras, hechas según Dios).

La verdad no es el término de un camino, sino una fuente de inspiración para que la persona desarrolle esencialmente, y ejerza trascendentalmente, su libertad.

La verdad más alta es la verdad personal.
Antropológica, en el hombre.
El Verbo, en Dios.





Para saber más pueden ustedes leer: Polo, "La verdad como inspiración", en La persona humana y su crecimiento, p. 201.3

Etiqueta 5.2.1 la verdad y su encuentro;

Etiqueta 5.2.1 la verdad.
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¿Qué le pasa a la verdad si no somos libres?

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Si no existiera la libertad, encontrar la verdad carecería de sentido.
Si no se la puede cantar, la verdad se trunca, no puede desplegarse.

Sería una verdad sin verdad, pues no se desvelaría. Es un imposible.

Cabe también, puesto que el hombre es libre, que aun encontrándose con la verdad se desvíe de ella, de tal modo que no saque de ella inspiración.
En ese mismo momento la verdad queda muerta.

Paralelamente la libertad personal queda inédita sucumbiendo a su error peculiar (que llamamos pecado).

El que asegure que la verdad no existe, no es libre, porque la verdad sale al encuentro sólo al ser libre.

Si decimos que la verdad no existe nos quedamos mudos, como plantas. Movidos solamente por el viento.





Para saber más pueden ustedes leer: Polo, "La verdad como inspiración", en La persona humana y su crecimiento, p. 201.3

Etiqueta 5.2.1 la verdad y su encuentro;
Etiqueta 5.2.1 la verdad.
Etiqueta 1.1.2 libertad

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¿Cuándo queda inédita la libertad personal?

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"La verdad os hará libres".
La libertad personal queda inédita si no se encuentra la verdad.
El encuentro con la verdad provoca la inspiración, que se despliega en la libertad del canto.

De ahí que "la verdad os hará libres" se ha de entender también en el sentido del crecimiento de la libertad (esencial) como condición previa para el encuentro con la verdad y también como consecuencia o manifestación del encuentro.

La libertad no crece desarrollándose en sí misma, como un conejo, fabricando "mi" verdad. Al encontrar la verdad no nos agotamos, sino todo lo contrario, empezamos a cantar, libremente.






Para saber más pueden ustedes leer: Polo, "La verdad como inspiración", en La persona humana y su crecimiento, p. 201.3

Etiqueta 5.2.1 la verdad y su encuentro;
Etiqueta 5.2.1 la verdad.
Etiqueta 1.1.2 libertad
Etiqueta 5.5.4 libertad personal

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¿Por qué dice Agustín de Hipona que cantar es orar dos veces?

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Agustín de Hipona dice que cantar es orar dos veces porque era un gran amante de la verdad.

El canto es la audición de la verdad de acuerdo con la propia entraña.
El canto "siente" en las entretelas del alma que somos hijos del Ser. Que "verdaderamente" somos.
Solamente un ser personal es capaz de añadirse a la realidad, siendo nada.

Acto de acto, glorificado cuando al Amante lo escucha, lo acepta, correspondiendo al amor.

Los enamorados cantan.



Para saber más pueden ustedes leer: Polo, "La verdad como inspiración", en La persona humana y su crecimiento, p. 201.3

Etiqueta 5.2.1 la verdad y su encuentro;

Etiqueta 5.2.1 la verdad.
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¿Cuál es la verdad más alta de los hombres libres?

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La verdad más alta de los hombres libres es la verdad cantada o tercer sentido de la verdad.

La verdad de la ciencia moderna (2º sentido de la verdad o verdad lógica) es una verdad aplicable, una verdad de la que se saca algún resultado.
Quedarse en este sentido de la verdad es muy pobre.
Para un sujeto libre la verdad es más: no es descender desde ella hasta sus aplicaciones, sino ascender hasta la verdad cantada.

Cuando la verdad es encontrada por el ser libre, tiene lugar el enamoramiento (trascendental, que puede redundar en la esencia humana arrastrándola al goce).

La libertad lleva más allá de la verdad en virtud de la inspiración enamorada.




Para saber más pueden ustedes leer: Polo, "La verdad como inspiración", en La persona humana y su crecimiento, p. 201.3

Etiqueta 5.2.1 la verdad y su encuentro;
Etiqueta 5.2.1 la verdad.
Etiqueta 1.1.2 libertad
Etiqueta 5.5.4 libertad personal

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¿Es Dios una Verdad estática y absoluta?

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No.
Hegel con la Idea absoluta no se da cuenta de que existe un espacio creativo humano.
Espacio que no está contenido en una verdad absoluta estática.
La libertad desborda, se añade, sin añadir nada.

Con la asistencia del Amor, del Espíritu Santo, puedo cantar incluso a la verdad divina, aunque todos mis cantos se queden cortos.
Existen otras verdades, distintas de la verdad absoluta que se orientan a la verdad, cantándola.

Comprendemos entonces un nuevo significado de las palabras de Jesús: "Yo soy el camino, la verdad y la vida".
Que interpreto: camino, Dios Padre; verdad, Dios Hijo; vida, Dios Espíritu Santo.
No hay verdad sin camino, y no hay verdad fuera de la vida.

La Verdad más alta es la verdad cantada (el Verbo), que sigue al camino (el Padre), en cántico amoroso (Espíritu).

El camino es recorrido por la libertad (Amor-Espíritu) con la verdad.

En el Cielo debe pasar algo parecido (los ángeles cantan), porque no me parece acertado concebir la bienaventuranza como un estatismo tedioso. En el Apocalipsis el canto es manifiesto.






Para saber más pueden ustedes leer: Polo, "La verdad como inspiración", en La persona humana y su crecimiento, p. 201.3

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Etiqueta 5.2.1 la verdad.
Etiqueta 1.1.2 libertad
Etiqueta 1.0.1 Dios
Etiqueta 20.22.0 Hegel


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¿Cuándo está desorientada la libertad

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La libertad está desorientada cuando se la entiende como espontaneidad.

Si la verdad es el "resultado" de mi libertad, de mi autorrealización, entonces la verdad se autodefine y se clausura.

Pero la verdad no es lo último.
Ni tampoco lo primero.
La verdad es lo segundo.

Si la libertad se entiende como espontaneidad, la verdad es su formalización o determinación terminal.
Aquí no hay inspiración.
La vida se vuelve átona, inercial. Siempre más de lo mismo, eterno retorno.

La libertad caprichosa (equívoca) carece de inspiración. En ella late el deseo de construir la propia vida, con un alcance muy corto. Se está limitando la libertad, que queda desorientada, cuando la mala voluntad no canta a la verdad, sino a su capricho.

Con todo, la libertad no está desorientada de suyo, porque es precisamente un espacio de inspiración.
El espacio de inspiración es el "encontronazo" con mi verdad personal, el ámbito de mi canto. Porque soy libertad puedo cantarle a la verdad que me inspira.

La verdad entendida al modo moderno (espontaneidad) elimina la verdad como inspiración, dejando a la libertad desorientada, esclava de los vaivenes de sus antojos.

Libre ¿para qué?..., para satisfacer mi soledad.

La verdad como inspiración, al contrario, es la polar que nos permite navegar libremente hacia Dios.






Para saber más pueden ustedes leer: Polo, "La verdad como inspiración", en La persona humana y su crecimiento, p. 201.3

Etiqueta 5.2.1 la verdad y su encuentro;
Etiqueta 5.2.1 la verdad.
Etiqueta 1.1.2 libertad
Etiqueta 5.5.4 libertad personal

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¿Es el mal fuente de inspiración?

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Al contrario, el mal es "falta" de inspiración. Cuando aparece el mal no hay verdad que inspire.

Dios no crea el mal. Dios crea verdades.

El mal no es creado, sino falta de coraje.
Ante la verdad, preferimos comernos la manzana.

El acto malo es signo de libertad, (de libertad deforme, coja).
En el acto malo, la libertad no añade nada, sino que sucumbe en el acto, por culpa de la maldad del acto, de su cojera. Se paraliza cuando siente el dolor, atragantándose con el fruto podrido.

El mal no inspira, no es generativo. Nos paraliza.






Para saber más pueden ustedes leer: Polo, "La verdad como inspiración", en La persona humana y su crecimiento, p. 201.3

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Etiqueta 5.2.1 la verdad.
Etiqueta 1.1.2 libertad
Etiqueta 5.5.4 libertad personal
Etiqueta 8.5.0 dolor

Etiqueta 6.2.10 mal
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¿Cuál es la señal de la verdad?

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La señal de la verdad es la alegría.

La alegría es una añadidura que la persona pone en su encuentro con la verdad.
(Algo así como un sobrante formal sentimental).
Me explico: cuando mi retina capta las longitudes de onda del rojo, "siento" la rojez. El sobrante formal de mi sentido visual se actualiza.
Los sentimientos son algo semejante, una añadidura actualizada por la que sentimos, a veces, la felicidad.
La alegría aparece, allá dentro, al encontrar la verdad.
Junto a la inspiración, la mirada se enciende en luz alegre.

Toda visión pesimista, preocupada, procede de que lo abierto ante la mirada se ha oscurecido. Hay mentira. La alegría de vivir se detiene.

Por el contrario, la inspiración libre es generativa: genera alegría.

(Polo apunta que la verdad del amor puede tomar el cauce de la sexualidad: alegría que genera las nuevas vidas. Señal de haber encontrado la verdad de sus vidas, el amor que da la vida).






Para saber más pueden ustedes leer: Polo, "La verdad como inspiración", en La persona humana y su crecimiento, p. 201.3

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Etiqueta 5.2.1 la verdad.
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Etiqueta 5.5.4 libertad personal
Etiqueta 8.6.0 sexualidad
Etiqueta 14.5.0 alegría

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¿Tiene el dolor algún significado?

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La alegría es la señal de la verdad y se manifiesta en la luz de la mirada. La mirada está descubriendo algo que hace gozar.
La alegría es una añadidura, un gozo, que la persona pone en su encuentro con la verdad.

¿Qué manifiesta el dolor?

Ante el dolor, sin embargo, no cabe iluminación de la mirada.
El dolor no significa nada: como tal carece de sentido. No se sabe a dónde mirar.

El dolor constituye un obstáculo al encuentro con la verdad. Aparece como un muro infranqueable. Quedamos paralizados. Cansados. Vamos a morir.

A lo sumo, el dolor puede ser aprovechado como un factor para la maduración del hombre: nos da a conocer mejor el valor de la ausencia del dolor. Nos puede incitar a poner fin al detenimiento de la vida.

La mirada se vuelve a iluminar si empezamos a descifrar el dolor: si me arrancan la muela, ay, reviviré.

Pero el dolor en sí no puede ser camino para la trascendencia, no puede ser atravesado.
Solamente Cristo ha dotado de sentido al dolor. Cristo ha hendido el muro, al transformar el dolor en expresión suprema del Amor Redentor.







Para saber más pueden ustedes leer: Polo, "La verdad como inspiración", en La persona humana y su crecimiento, p. 201.3

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¿Qué es lo más característico del intelecto?

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El intelecto ut co-actus es uno de los cuatro trascendentales personales descubiertos por Polo.
Y se caracteriza por su "transparencia".

Transparencia significa luz atravesada de luz.

La luz del intelecto no es como la luz física, que es sólo un vehículo para impresionar nuestra retina.
La luz del intelecto es luz con contenidos, es un poseer lo conocido.
Pero atención, lo conocido es distinto del conocer. Si no fuera distinto, no se conocería nada.

La retina posee la impresión sensible, pero no la conoce.
Conocer es poseer, guardando su interna diafanidad desde la cual puede serlo todo.

Transparencia es eso, luz, intrínsecamente atravesada de luz que va iluminando la realidad.
Lo inteligido es luz, y según la libertad (según la posibilidad irrestricta de conocer), el intelecto la acoge en su interior.

El intelecto es trascendental, (el ser personal es así), y el intelecto es también transparencia.
Y el desvelamiento de ese co-ser que somos (y seremos) es precisamente la verdad trascendental o la verdad como trascendental personal.

Clásicamente se dice que la verdad aparece en el juicio. La expresión es correcta pues si decimos que este perro es negro, siéndolo, poseemos la verdad.
Pero la poseemos porque en nuestro interior aletea la verdad trascendental. Es el intelecto personal que somos el que sabe que lo que va apareciendo está iluminado por la luz que atraviesa nuestra transparencia.




De esto habla Polo en Antropología trascendental I, p. 119.3
Para saber más sobre:
la luz, ver etiqueta 2.0.3
la verdad, ver etiqueta 5.2.1
el intelecto personal, ver etiqueta 5.5.2


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¿Por qué abordamos la transparencia y la intensidad en la misma etiqueta?

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Abordamos la transparencia y la intensidad en una misma etiqueta porque la transparencia es acto puro, y el acto puro es inagotable.

Inagotabilidad significa máxima intensidad.

Dios es máximamente intenso.
La persona humana, al estar incluida en el ámbito de la máxima amplitud (la inagotabilidad intensa) es a su vez apertura inagotable.


Y lo será en la medida en que nada empañe su transparencia.
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¿Hasta qué punto somos libres?

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Somos libres en la medida de la intensidad (esencial) de nuestro ser.
Preguntar hasta qué punto somos libres es preguntar hasta qué punto gozamos de la libertad que somos.

Trascendentalmente somos libertad: futuro despejado y cálido. Nuestro acto de ser personal es máximamente intenso, inagotable, en tanto que relación subsistente en el orden del Origen, es decir, en tanto que dependencia libre de Dios.

Podemos hablar, sin embargo, de un crecimiento intrínseco sin culminación. Medido "esencialmente".

El hombre, en efecto, es dual: el acto de ser humano, co-ser, es libertad, pero al mismo tiempo, en el orden manifestativo esencial, la criatura donal dispone libremente, y ese disponer (su esencia) es más o menos intenso.

Somos más libres en la medida en que nuestra esencia es más intensa.

Por lo tanto, aunque nuestro ser sea radicalmente libre, el gozo de vivir incluidos en la máxima amplitud, sin temor al futuro, es más o menos intenso según la perfección alcanzada u otorgada, según nuestra esencia libre.






De esto habla Polo en el último capítulo de Quién es el hombre p. 218.4.


Para saber más sobre la libertad trascendental ver la etiqueta 5.5.4 y sobre la libertad esencial ver la etiqueta 6.1.5
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¿Qué es lo más característico del intelecto?

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El intelecto ut co-actus es uno de los cuatro trascendentales personales descubiertos por Polo.
Y se caracteriza por su "transparencia".

Transparencia significa luz atravesada de luz.

La luz del intelecto no es como la luz física, que es sólo un vehículo para impresionar nuestra retina.
La luz del intelecto es luz con contenidos, es un poseer lo conocido.
Pero atención, lo conocido es distinto del conocer. Si no fuera distinto, no se conocería nada.

La retina posee la impresión sensible, pero no la conoce.
Conocer es poseer, guardando su interna diafanidad desde la cual puede serlo todo.

Transparencia es eso, luz, intrínsecamente atravesada de luz que va iluminando la realidad.
Lo inteligido es luz, y según la libertad (según la posibilidad irrestricta de conocer), el intelecto la acoge en su interior.

El intelecto es trascendental, (el ser personal es así), y el intelecto es también transparencia.
Y el desvelamiento de ese co-ser que somos (y seremos) es precisamente la verdad trascendental o la verdad como trascendental personal.

Clásicamente se dice que la verdad aparece en el juicio. La expresión es correcta pues si decimos que este perro es negro, siéndolo, poseemos la verdad.
Pero la poseemos porque en nuestro interior aletea la verdad trascendental. Es el intelecto personal que somos el que sabe que lo que va apareciendo está iluminado por la luz que atraviesa nuestra transparencia.




De esto habla Polo en Antropología trascendental I, p. 119.3
Para saber más sobre:
la luz, ver etiqueta 2.0.3
la verdad, ver etiqueta 5.2.1
el intelecto personal, ver etiqueta 5.5.2


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¿A qué llamamos transparencia?

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 Llamamos transparencia a la solidaridad entre las dimensiones metódica y temática del intelecto personal.

(quizá necesiten ustedes echar un vistazo a la etiqueta 2.11.0 método-tema).

El "tema" de la sabiduría es conocerse. Conocer que nuestro ser es inagotable.

Pues bien, sólo desde la insaturabilidad de su buscarse, (método), transparece el siempre más del "además" que somos.

Cuando soy fuente (y ésa es la sabiduría como método) sé que soy fuente ("además" como tema).






Glosa a Juan A. García González : Existencia personal y libertad. Anuario filosófico nº 95. 2009, p. 350.4

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Noción de intensidad.

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Sostenemos que la "intensidad" es propia de la potencia. Es la esencia, y no el acto de ser, la que es intensiva.

Los actos no son más o menos intensos.
Los actos son superiores o inferiores, jerárquicos.
Distintos.

La jerarquía del acto, según el ser, es a varios niveles:

-Identidad (Dios).
-acto de ser personal.
-acto de ser del universo físico.

Pero, en cada nivel, (salvo en Dios, que no es compuesto), el acto es más o menos intenso, según su esencia, compuesta de una pluralidad de actos.

Por ejemplo, para el acto de ser personal humano, su esencia es el disponer, manifestar, iluminar, aportar, (que son distintos modos de designar la esencia humana) que son actos por los que se expresa la persona humana.

Y ese iluminar es jerárquico, según lo que ilumine. Cada acto de conocer es distinto y conoce más o menos intensamente la realidad.

Como es más o menos intenso el disponer, manifestar y aportar.

Afirmamos, pues,  que el acto de ser no es intensivo porque su intensidad  es siempre máxima, sin fin, inagotable. La infinitud de la intensidad se debe a lo más íntimo de nuestra intimidad.
El "además" está siempre abierto por dentro, y más allá de su más allá, habita Dios, la máxima amplitud.

Más que una intensidad del acto de ser personal, o que una persona es más o menos "intensa", es preferible hablar diciendo que la persona aumenta sus relaciones, se abre más, acogiendo y dando.

La intensidad del acto de ser es entonces su inagotabilidad, gracias a sus aperturas.
Y se abre con sus hábitos. Los hábitos son actos. Pero se les puede decir más o menos "intensos" según la potencia que actualizan.

Los hábitos superiores más que intensificar, multiplican la actividad del ser, creando nuevas relaciones. Son aperturas.

El ser personal es coexistente y multiplica sus relaciones.
No se trata, claro está, de relaciones accidentales sino duales. La persona se desdobla con sus hábitos, hacia fuera y hacia dentro. Es un ser-con hábitos.

No se trata de que el ser-con hábitos sea el mit-sein de Heidegger, que apunta a la sociabilidad. Sino el co-ser-con que rebrota, que sobra.
No solo alteridad, sino dualidad interna, radical. Hacia fuera y hacia dentro.

La persona no puede existir sin multiplicarse. Y esta multiplicación es posible por la dualidad (hábitos) y la alteridad. Es una multiplicación "hacia" la unidad. No es dispersión, sino crecimiento como el fuego.

Es el juego del tener (hábitos) y del dar (alteridad).

Decir que cada acto de ser sería más o menos distinto porque participa más o menos del Ser, no separa suficientemente la criatura de Dios.

Otra cosa es la intensidad como se manifiesta la llama en el fuego. Lo que es intensivo es el crecimiento de la esencia humana.
El hombre puede crecer irrestrictamente y se manifiesta, más o menos, libremente.
Ese crecimiento es esencial.

Sin embargo, si ustedes quieren hablar de crecimiento del acto de ser humano tal como lo hemos descrito (aperturas), pueden utilizar el término "crecimiento intrínseco sin culminación".

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¿Cómo aclarar la noción de "intensidad"?

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La persona humana está abierta por dentro, es intimidad. Y Dios es más íntimo aún. Él es suprema intimidad.

La interioridad del Origen no acaba nunca. Inagotabilidad, origen de nuestra inagotabilidad.

La persona humana, libertad trascendental, es inclusión atópica, abriéndose "por dentro", en el ámbito de la máxima amplitud, Dios.

Somos íntimos a Dios porque Dios es íntimo a nosotros.

Nuestra intimidad es una interioridad infinitamente "intensa", inagotable. Así se aclara la noción de intensidad referida a la persona y no a su esencia.

También la podríamos llamar "crecimiento intrínseco sin culminación".

La intensidad del Origen es inabarcable, es decir, máximamente amplia.

El tema del Intelecto personal humano (intellectus ut co-actus) es precisamente esa máxima amplitud.
En atención a ello Polo sostiene que el carácter de "además" que caracteriza a la persona, se incluye atópicamente en el ámbito de la máxima amplitud (que es una de sus definiciones de la libertad trascendental).

¿Quién soy? La respuesta no acaba nunca, pues soy "además". Mi identidad se corresponde con la infinitud de mi Origen.

El carácter de "además" se distingue de la Identidad (Dios) y es creado. El hombre no añade nada a Dios (Dios y la criatura no son un todo).

Sin embargo, la interioridad de la Identidad, es decir, Dios dentro de mí, no anula mi identidad. Dios me crea dentro de sí y habita dentro de mí creándome como "además", si quiero "añadirme", si no, me malogro. Como soy libre, puedo tarir la fuente y cosificarme.

Pero también puedo, libremente, dar gloria a Dios, pues mi ser es, por dentro, infinitamente "intenso".

Esa "manifestación" de la gloria de Dios, crecimiento de la persona humana es crecimiento "esencial".





De esto se habla en Antropología trascendental. I. La persona humana. p.194, nota 58
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¿Tiene razón Fabro cuando habla del acto de ser como acto intensivo?

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El intento de Fabro es correcto desde la metafísica.

Fabro quiere pensar la unidad del acto de ser con el Ser.
Cada ser, diría, está limitado por su esencia. Es más o menos intenso según el despliegue de sus potencialidades.
La intensidad es como cierta concentración o adensamiento: "hay" más ser.

Pero un acto que se concentra en sí mismo ahí se queda.

El ser del hombre no se queda.

La metafísica de Fabro es correcta si "pensamos" el ser. Si lo detenemos, deteniendo la libertad como accidente.

Pero ser hijo de Dios, no es un accidente.

Desde la antropología poliana se comprende mejor que el acto de ser personal está abierto por dentro, es "además", coexistencia inagotable.

Su intensidad no se detiene, es transparencia sin límite. Lo intensivo (es decir, lo más o menos intenso) no es el ser, sino la esencia humana, es decir, su manifestación.

El ser personal es máximamente intenso, pues no se acaba. Es inagotable.







Polo habla de esto en Presente y futuro del hombre. p. 203.3

Para saber más:
Sobre el acto de ser personal : …...Etiqueta 5.0.0
Sobre el además :……………………….. Etiqueta 5.5.0
Sobre el Co-existir personal :…….. Etiqueta 5.5.1

Sobre el carácter de además: ……..Etiqueta 5.4.0
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Es el acto de ser humano intensivo?

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El acto de ser humano no es intensivo.
Y no es intensivo porque su intensidad es máxima, sin fin, inagotable.

Lo que es intensivo es el crecimiento de la esencia humana.
El hombre puede crecer irrestrictamente y se manifiesta, más o menos, libremente.

La infinitud de la intensidad se debe a lo más íntimo de nuestra intimidad : nuestra apertura en Dios.


El "además" está abierto por dentro, y más allá de su más allá, habita Dios, la máxima amplitud, sede de la persona en tanto que libertad.
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¿Apoya Inciarte la noción de acto de ser intensivo?

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Alejandro Llano en el tomo segundo de su biografía "Segunda navegación" p. 337, deja constancia de cómo Fernando Inciarte prestó atención a la noción neoescolástica de "participación".

Observó que los entes, más que participar del Ser, participan cada uno de "su" propio ser.

Se confirma así, a mi parecer, la convicción de que los actos de ser son "distintos". 

El acto de ser personal, la persona, es la máxima intensidad, en cuanto que inagotable.
La que es intensiva es la esencia.
Los actos de ser son "distintos", jerárquicos.

Pienso que habría que revisar la noción neoescolástica de participación "trascendental" que no "separa" suficientemente la criatura de Dios.





Para saber más sobre la "separación" ver Etiqueta 1.5.3.

También se puede consultar la Etiqueta 1.5.0 que trata de la "distinción".