La
primera etapa, buscar su armonía.
La
segunda, probar la desarmonía.
Primera etapa. El
profesor Sellés explica que a lo largo de la Patrística se tendió a unir fe y
razón.
Así, por ejemplo, Polo alude a San Gregorio
Nacianceno y dice de él que “la distinción,
tan neta hoy, entre la teología de la fe y la filosofía.., no era tan clara en los autores cristianos
premedievales y en la Patrística griega.
Los padres griegos y latinos no separaban
tanto como los escolásticos del s. XIII la teología de la filosofía.
Y Agustín de Hipona relacionaba ambos
saberes con la célebre expresión ‘entiende para creer y cree para entender’.
Lo
propio de ambos saberes es el conocer.
No se oponen, aunque sean jerárquiamente
distintos, se ayudan mutuamente.
San Anselmo lo dice: la fe busca entender, y
el intelecto la fe.
Segunda
etapa. Se tiende hacia la discordancia. El
averroísmo impone la teoría de la doble verdad. Su dualismo rompe la armonía.
La filosofía se independiza de la fe.
Don
Leonardo, que es un gran historiador de la Filosofía, pone a Escoto como el
precedente de la modernidad que comienza propiamente con Ockham.
En esta etapa Polo alude, además de a los dos recién mencionados, al menos, a los siguientes autores: Lutero, Kant, Hegel, Kierkegaard, Heidegger, Rahner, y como contrapunto de ellos, a santos como San Juan de la Cruz o Sta. Teresa de Jesús, o a literatos como Chesterton.
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