La virtud en
la que el encauzamiento creciente de la vida se muestra mejor es la esperanza.
La virtud de
la esperanza manifiesta en nuestra vida la
apertura transcendente hacia nuestro Origen amoroso.
Por eso dice
Polo que cabe considerar la esperanza como más que una virtud.
A mí me
gusta llamarla "aurora", "amanecer" o "alianza".
No es
exactamente lo mismo que la virtud teologal de la esperanza, que es una virtud
infusa que estudiamos en la etiqueta 12.8.0.
No hablamos
ahora de lo sobrenatural, sino de la apertura transcendente que todos poseemos
desde la llamada inicial.
(La llamada
inicial la estudiamos en la etiqueta 5.15.0).
Gracias a
esta apertura (a este amanecer auroroso) nos vinculamos amorosamente a Aquél
que llamamos Padre.
Nos hemos
abierto arrancados por el Amor, y al Amor nos encaminamos.
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