Cuando trabajamos lo hacemos con la ayuda de Dios.
No es una ayuda “externa”.
Dios nos da el ser y el actuar, naturalmente.
Dios nos inspira.
Eso no quiere decir que nos diga cómo vamos a marcar
el penalti, sino que nos da la luz de la inteligencia para intentar hacerlo
bien por nosotros mismos.
No es una ayuda violenta o externa.
Podríamos, pues, hablar de gracias actuales
naturales.
La teología clásica tiende a llamar “sobrenatural” a todas las ayudas de Dios, de ahí que mi opinión sea que debemos reservar el calificativo de “sobrenatural” a las “anticipaciones” de nuestro crecimiento en el Cielo.
Son gracias
sobrenaturales distintas de las gracias actuales naturales que componen el
mantenimiento trascendental de la llamada inicial.
Son ayudas añadidas por la mediación de Cristo
glorioso.
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