Si, en su empleo.
La libertad trascendental coincide con nuestro ser,
somos libertad creada, Dios nos crea incluidos en el ámbito de su máxima
amplitud. Esta libertad no es, en sí, limitada.
Es su ejercicio el que comporta grados, que se miden
por aquello respecto de lo cual la empleamos.
Elegir entre whisky o ginebra es cosa de poca
importancia. Las elecciones que aparecen delante de nuestra conciencia son más
o menos limitadas y estrechas. La libertad no se agota en ellas.
Somos más libres de lo que nos dice nuestra
conciencia.
Las dudas sobre nuestra libertad se deben a que la
consideramos en orden a coyunturas mínimas. Y así pensamos que no somos libres
de tomar té o café, pues estaríamos condicionados por genes o costumbres.
Sólo en el orden trascendental somos estrictamente libertad
(creada).
En el orden esencial (la vida) la libertad se
manifiesta según la importancia de la realidad que encaramos.
Quien ofrece su respiración a Dios es más libre que el
que husmea, distraído, una sopa de pescado.
Dios no crea espíritus superiores o inferiores, sino
espíritus libres, que se jerarquizan libremente, según sus decisiones ante
oportunidades y alternativas.
La ocasión hace al ladrón.
De
esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p.
220.2
Para
saber más sobre la libertad
Etiqueta
1.1.2 libertad
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario