Hablamos aquí de la libertad "trascendental"
(no de la libertad "de la esencia humana", que es manifestación de
libertad: la libertad pragmática y moral).
La libertad trascendental es una de las perfecciones
puras de la persona humana (Polo ha descubierto cuatro trascendentales
antropológicos o perfecciones puras de la persona: co-ser; libertad
trascendental; inteligir personal y amar).
Como la persona humana es dual en todas sus
dimensiones, la libertad trascendental también es dual.
Sus dos miembros se llaman: "libertad
nativa", el inferior y "libertad de destinación" el superior.
La libertad nace y comienza con la persona.
Ese "nacer" es la libertad nativa.
¿Cómo describir la libertad nativa? Atendiendo al
desdoblarse del ser con los hábitos superiores.
El ser personal no es ser sencillo (el ser sencillo es
el universo), no es ser sin más.
El ser personal es "además", co-existe en
Dios, con los demás y con el universo.
Pues bien, la libertad nativa es el "co-"
del "co-ser" o "co-existir".
Si el ser se desdobla es porque se abre por dentro a
la co-existencia (tiene esa habilidad) gracias a los hábitos. Por decirlo de
otra manera: se dispone abriéndose por dentro y por fuera.
La persona humana nace siendo libre gracias a los
hábitos superiores (que clásicamente se llaman innatos, pero que en realidad
son non natos, porque nacen con la persona).
La sindéresis abre la persona a su obrar.
El hábito de los primeros principios reales abre la
persona a la creación.
La sabiduría abra la persona íntimamente y hacia Dios.
La apertura hacia dentro, que abre la persona a la
búsqueda de su identidad de hijo de Dios es lo que llamamos "libertad de
destinación".
Lo personal es siempre libre, abierto, holgura en la
máxima amplitud. ¡Qué bien se está!
La libertad son mis zapatos cómodos.
Glosa
a Juan A. García González: Existencia personal y libertad. Anuario filosófico
nº 95. 2009, p. 340.2
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario