La
verdad que nos hace libres es la verdad personal,
que se alcanza con el abandono del límite mental según su 3ª dimensión.
Cuando "concentramos" la atención (1ª
dimensión del abandono), advertimos el acto de ser del universo.
Al hábito ejercido (hábito de los primeros principios)
corresponde la verdad trascendental metafísica, el desvelamiento del ser
primero (acto de ser del universo o persistencia o principio de no
contradicción).
Pero al ejercer el hábito de sabiduría (3ª dimensión
del abandono) alcanzamos la verdad trascendental antropológica, el ser
personal, y se desvela el hijo que somos, nuestro amar donal y nuestra libertad.
De esto habla Polo en Antropología trascendental I, p. 124.3
.
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