La verdad, en su primera versión filosófica, se
asimila al descubrimiento de lo actual.
La verdad no es tiempo ni espacio, sino justamente el
con-sistir, la unión consigo, aquello que no tiene nada que ver con el pasar
(tiempo) ni con la distancia (espacio), por tanto lo que no es susceptible de
olvido.
La verdad que comparece en el inicio de la filosofía
es eterna en el modo de "lo
actual", en un presente propio. El paso de la historia no le
afecta.
La verdad es eterna y vale para todos.
Pese a la riqueza indiscutible de esta versión de la
verdad, el filósofo busca más. No le basta "la actualidad". (hablamos
de la actualidad en la etiqueta 2.4.1)
"Aunque la mona se vista de seda, mona se
queda". Al filósofo le interesa la mona, lo que es.
La verdad comparece como actualidad que el tiempo no
corroe. Pero al filósofo le interesa también saber por qué se viste de seda.
Por qué no es mordida por el tiempo. Cuál es la fuente de la actualidad.
De todos modos, no olvidemos el significado de con-sistir que acabamos de exponer, que
no es otra cosa que el límite mental.
A mi amigo Vargas, joven filósofo, le cuesta entender,
por ahora, que el límite es también riqueza. Sin el límite, sin la actualidad,
no podríamos vivir.
Glosa a Polo en Introducción a la Filosofía, p.34.2
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