El encargo de los encargos es encontrarse uno con la
verdad “qua” verdad.
No ya la verdad de esto o lo otro, sino descubrir la
verdad como tal en esto o en lo otro.
El encargo de los encargos es la verdad, el desvelamiento del ser, de la
realidad. Es la verdad la que encarga los encargos.
Los implícitos de la verdad son sacados a la luz en mi
vida. La verdad es el camino que nos une a Dios.
No puedo vivir sin progresar en la verdad
(fe+trabajo+amistad). La tarea de mi vida es descubrirla aún más.
La verdad no tiene sustituto útil. No la puedo cambiar
por otro interés. Mi vida depende puramente de ella.
El noús se
pone en marcha con el encargo de articular el vivir (el trabajo, la amistad) de
acuerdo con la verdad.
El destinatario soy yo, desde luego, pero también otro
¿Quién acogerá mi don?
La Verdad.
Encontrar la verdad es integrarla en uno mismo. Vivo
desde la verdad, por la verdad.
Si no tiene lugar el encuentro con la verdad, no hay
encargo posible, no hay tarea asumible, ni libertad. Somos esclavos de la
necesidad. El mito heroico es entonces trágico. La religiosidad humana se
transforma en magia, en tedio desesperanzado. La clave del mito heroico
completo es la verdad que aparece en la vida.
Tú eres la Verdad de mi vida.
De
esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p.
250.3
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