Para evitar el idealismo, Aristóteles acentúa la
prioridad de la realidad.
El modo filosófico de mentar la realidad es la noción
de "ente". De ahí la importancia que el "ente" ha tenido en
la historia de la Filosofía.
Las cosas, en cuanto que son reales, se llaman entes.
Aristóteles utiliza la palabra ousía para decir que los entes no son meramente ónticos.
Ousía
es un abstracto del participio de presente del verbo einai. Es como señalar que la realidad es verdadera, que el ente es
onto-"lógico", posee en sí mismo su propia consistencia verdadera.
No olviden que la verdad es la manifestación del ser.
Las verdades no están en el mundo de las ideas, sino
en las cosas. Esto es lo que quiere acentuar Aristóteles.
Aristóteles es realista, no idealista.
Así entendemos mejor la noción de esencia. Porque ese
ser verdad de las cosas, es la esencia, la ousía,
que se vierte al latín con la palabra essentia.
Esencia es la verdad de cada cosa, su ser en sí, verdadero.
El ente verdadero como ousía no está en el mundo de las ideas, no es exactamente lo mismo
que la "entidad" que corresponde a la verdad "en cuanto conocida".
Porque la verdad, estrictamente, está en el
conocimiento. El ser se desvela en el conocimiento. Pero esto no quiere decir
que las ideas sean una especie de humo de mi cerebro. La realidad de las ideas,
es decir, la realidad de la verdad en mi mente, no proviene de una ousía subsistente en mi cabeza. Proviene
del acto de conocer, que es real.
Sin embargo, el objeto de mi conocimiento es irreal.
Gracias a la intencionalidad
del objeto, poseemos la realidad.
A esta intencionalidad se le llama realidad
veritativa, pues en ella poseemos la realidad. En el interior de la
intencionalidad se encuentra el ser que
llamamos veritativo, distinto del ser ontológico. El ente veritativo es irreal,
el ente ontológico es real.
Ser y verdad se convierten pero distintamente en las
cosas (entes reales cuya verdad se manifiesta al que conoce) y en mi
pensamiento (gracias al ser veritativo o intencionalidad del objeto del
conocimiento poseo la realidad).
No somos, pues, idealistas. Las ideas no tienen un
"lugar" real. Las ideas están en el pensamiento y las cosas tienen su
verdad.
Mi pensamiento es verdadero si coincide con la verdad
de las cosas. O dicho de otro modo, las ideas de mi pensamiento son verdaderas
si coinciden con la verdad que las cosas manifiestan.
Glosa
a Polo en Introducción a la Filosofía, p.48.2
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