La intimidad no es un ámbito cerrado porque la persona
(el ser que es intimidad) es un ser donal.
Intimidad equivale a "dar" y es por lo tanto
trascendentalmente libre al poder dar (si quiere). Si no fuera libre no podría
dar, pues sería un mecanismo instintivo, un power point ya programado.
Sin embargo, asómbrense, el dar "trascendental"
no requiere el tener.
En rigor, no es acertado decir que sólo se da lo que
se tiene.
Me explico: hay un dar que es simplemente aceptar.
La iniciativa del dar es, claro está, un dar.
Pero a nivel trascendental, el "dar" se
frustraría sin el "aceptar". (No así a nivel esencial, pues a veces
podemos encontrarnos con gentes que nos rechazan, y sin embargo nuestro dar no
se frustra porque nada se pierde en Dios).
El "dar" trascendental sí que es siempre
dual con el "aceptar".
Esta dualización es mutuo enriquecimiento, anterior al
tener.
Es un enriquecimiento trascendental, que nunca se
detiene. (La actividad de Dios no cesa, Dios sigue actuando).
Si el don se detuviera, si fuera algo fijo o
determinado, la intimidad se cerraría al realizarse u al otorgarse el don. Se
acabó la fiesta tras la repartición de regalos. Se acabó el pastel.
No ocurre así a nivel trascendental. La intimidad
dualizada de las personas está siempre abierta.
Y es precisamente la dualización la que impide la
cerrazón puesto que el miembro superior (el Origen) es fuente inagotable.
De
esto habla Polo en Antropología Trascendental I, p. 208, 5.
Para
saber más sobre:
el
dar trascendental……….etiqueta 1.0.2
.
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