Ser persona es dar.
La persona, en tanto que actividad, es dar.
El ser de la persona es su dar.
Nos referimos, a la actividad más alta de la persona,
es decir, a la consideración trascendental de la persona.
Cuando en esta vida damos, o dinero, tiempo o comida,
estamos, sí, dando, pero
imperfectamente, porque al dar, perdemos.
Cuanto más alto es el dar, menos pérdida lleva
consigo.
Las donaciones más profundas (la vida, el
conocimiento, el amor) no llevan consigo pérdida alguna, ni por parte del que
da, ni por parte del que recibe, ni por parte de lo dado.
Lo más alto en las criaturas es el dar gratuito,
libre, es decir, un dar personal.
Ideas
inspiradas en el artículo "Aclaraciones sobre y desde el dar, de
Falgueras, en Miscelánea poliana nº 9. p.54. Citamos las páginas según la
recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I.
Falgueras y Juan A. García.
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