En el dar puro se integran sus tres momentos: la iniciativa, la aceptación y el don.
Un dar sin aceptación no llega a serlo.
Una aceptación sin la iniciativa previa de un donante,
es una aceptación de nada.
Y un dar sin don sería vacuo.
El dar pleno y puro es la integración de tres
ingredientes personales: la iniciativa donal, la aceptación donal de la
iniciativa, y el don.
El dar puro es libertad sin condiciones, sin
precedentes.
De tal modo que no es posible que esa libertad sea
limitada por nada.
El dar puro no puede no dar.
Dios no puede dejar de amar.
Ideas
inspiradas en el artículo "Aclaraciones sobre y desde el dar, de
Falgueras, en Miscelánea poliana nº 9. p.56.2. Citamos las páginas según la
recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I.
Falgueras y Juan A. García.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario