No.
La libertad personal
(co-ser trascendental), o la persona como libertad, o la persona en tanto que
libertad, no es necesitante, no actúa según motivos.
Pensar la libertad
solamente como la posibilidad de elegir, entre diferentes motivos, aquél que
más me mueve, es un planteamiento de la libertad que impide entender lo que es
la libertad trascendental (libertad personal).
El paradigma de este
error lo constituirá la filosofía de Leibniz, en la que no hay rastro de la
persona.
La libertad según
motivos no resulta bien pensada, porque el motivo está "gobernado"
por lo que se intenta conseguir. En realidad estaríamos obligados a elegir lo
que nos parece mejor.
Tomás de Aquino
parece sucumbir a este planteamiento de la libertad "de acuerdo con
motivos" cuando sostiene que la generación del Hijo, en la Trinidad, no es
libre.
Sin embargo, él mismo
dice que el Verbo de Dios no es el Padre entendiéndose a sí mismo, sino
"el engendrado" por ese entenderse a sí.
Comprende que el Hijo
no se reduce a ser objeto de conocimiento, es decir, a ser entendido. El Hijo
traspasa el ser entendido, no es una mímesis
ideal sino una realidad "personal".
El intríngulis de la
libertad que se convierte con la persona (la libertad que llamamos
trascendental) está en ese "traspasar".
Quizá le hubiera
ayudado a formular la libertad
trascendental si hubiera pensado (Tomás) en la novedad de la generación artística. La
obra de arte es un desarrollo "personal" de la verdad encontrada. Es
la "inspiración" la que llama a "cantar" lo encontrado.
Se abre camino al
andar. Por lo tanto, no hay "mejor" camino, no hay un camino que sea
mejor. Somos libres para componer nuestro canto.
Y no porque estemos
hechos así, como el que tiene hambre y busca satisfacer su apetito, sino porque
la verdad encontrada nos inspira. Nos ha enamorado.
Encontrar la verdad
no es terminal, sino que despierta la inspiración.
La libertad según
motivos está a nivel de los medios que poseemos para nuestro arte. Elegiremos
escultura, pintura o cine, o música, según los talentos recibidos o adquiridos.
Pero la libertad
radical, o personal, o trascendental, no resulta bien pensada si la pensamos
según motivos, porque el motivo está gobernado por lo que se intenta conseguir.
Valdrá lo que valga lo que buscamos.
En cambio, cuando se
trata de una generación artística, su novedad, su valor, se encuentra en la obra hecha como desarrollo
"personal" de la verdad encontrada.
El hambre se apaga al
comer. Ahí no hay encuentro sino cita con el deseo.
Cosa distinta es
encontrar la verdad. Ese encuentro no es terminal, sino que despierta una
inspiración. Mientras que el hambre es cosa de necesitar, en el encuentro con
la verdad hay un trascenderse en la obra. Aquí funciona la propia capacidad,
allí el necesitar.
Siempre que hay
valores útiles en el antecedente motivacional, es exigida una satisfacción
terminal. En cambio, en el encuentro hay que hablar de gozo; una situación de
sobreabundancia, que tal vez no sea suficiente, pero en todo caso no es
necesitante.
En definitiva, la
libertad según motivos satisface necesidades mientras que la libertad
trascendental se inspira en llamadas.
Copia y glosa de Polo, "La verdad como
inspiración", en La persona humana y su crecimiento, p 200.
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