¿Es el corazón lo que constituye las acciones humanas manifestativas?

 


La dimensión humana que está en el origen de esa constitución es el hábito innato de la sindéresis, en concreto, la dimensión superior de las dos que Polo descubre en ella, a saber, el querer-yo.

El querer-yo constituye los actos de la voluntad.

Si tal dimensión humana ha dado origen a que se den vicios en la voluntad, Polo indica que “es aconsejable atenerse a la razón para atajar de algún modo los malos deseos que vienen del corazón.

 

En suma, para Polo el corazón equivale al ‘querer-yo’, que no sólo es constituyente de actos, sino también, claro está, cognoscente de los mismos; por eso se le puede llamar el fondo de la conciencia: “‘yo duermo, pero mi corazón vela” (Cant., VII, 2) es una expresión del fondo de la conciencia.

El amor es el celo que consume a querer-yo”. 


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