Dios nos ha creado libres.
Al ser libres podemos instalarnos, desgraciadamente, en la pretensión de
sí.
La pretensión de sí es una de las dimensiones del pecado original.
Por eso Polo dirá que el límite mental es una consecuencia del pecado
original. Es instalarse en la actualidad.
Para trabajar necesitamos introducir el límite mental, pero lo podemos
hacer para con-crear el don que ofreceremos a Dios.
Sin embargo, si nos instalarnos en la pretensión de sí, suprimimos el
crecimiento trascendental (Sellés dirá “nos despersonalizamos”).
Dios Misericordioso nos saca de esa situación elevándonos con una “nueva” creación.
La Redención, la gracia santificante, es la llamada de Dios a vivir siempre
en crecimiento hacia Dios. Vivir trascendentalmente en la “novedad” del
crecimiento. Por eso la nueva creación es “nueva”.
Si respondemos a la llamada nos vamos divinizando.
La gracia santificante es así una “anticipación” de la “novedad” permanente
de la glorificación definitiva en el Cielo.
Esta novedad de la glorificación
coincide con la novedad de los ángeles que una vez decididos ya no pueden
volverse atrás.
En el Cielo, nosotros seremos “como ángeles”, ya no nos podremos volver
atrás.
En esta vida sí que podemos volvernos atrás con la pretensión de sí.
Y, felizmente, también podemos vivir en la novedad anticipada de la “nueva”
creación.
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