El cuerpo del hombre, como el de los animales,
desparecerá por razones biológicas.
Sin embargo, el
cuerpo humano es inmortal en la medida en que es esencializado.
Pongamos un ejemplo. Mi espíritu podrá siempre volver
al día en que mi madre me compró el libro "Aventura en el río".
Podremos reconocer como "nuestros" los
ámbitos en los que el cuerpo se ha prolongado, sea en obras culturales, sea en
expresiones simbólicas corporales.
Si la unión entre alma y cuerpo es más completa somos
inmortales.
Incluso los cuerpos de los niños abortados vivirán en
la mente de quien los amó y ama, en la memoria de Dios, que es eterna.
Si somos de carne y hueso es porque para nuestra alma
el cuerpo es aún opaco. Debemos abrirlo, con gestos, con símbolos, con trabajo.
En el Paraíso los
cuerpos eran transparentes. Adán conocía su sentido,
por eso pudo dar su nombre a cada cosa. La presencia de Satán enturbió la
mirada y apareció la muerte.
Glosa
a Urbano Ferrer. Consideraciones sobre la relación mente-cerebro. Studia
Poliana 11, p.56.3
.
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