Al alcanzarnos como co-existencia, nos damos cuenta de que co-existir quiere decir está abierto a.
En cuanto que se trata de una apertura íntima, nos olvidamos de la
esencia propia, puesto que nos abrimos a una realidad de orden trascendental.
La persona no co-existe con su esencia sino que se manifiesta en ella.
En tanto que somos actuosidad libre, no nos agotamos tampoco
en la co-existencia con el acto de ser del cosmos, advertido como la
no-contradicción necesaria y por eso privado de la amplitud interior.
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