No.
La intimidad es además de la inmanencia.
Yo no soy inmanente, dice Polo, sino mucho más, soy íntimo.
Soy íntimamente hasta tal punto que ni siquiera la noción de mí mismo es
suficiente, soy mucho más que un mí mismo.
La intimidad es un puro sobrar que se abre hacia dentro.
Que se abre hacia Dios.
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