Sí.
La experiencia de la vida le hace a uno capaz de darse
cuenta de cómo tienen que ver entre sí los acontecimientos.
Es un "refuerzo" de nuestro modo de conocer
que amplía el ángulo visual.
El hombre prudente no es el apocado, sino el que
descubre oportunidades y alternativas gracias a la experiencia adquirida.
La experiencia de la vida, cuando está bien
coordinada, es un hábito noético-práctico llamado frónesis (prudencia).
La madurez sabe conjuntar, superando el mirar a través
de un canuto, sin dejarse llevar por estímulos deslavazados.
El hombre prudente contextualiza.
La prudencia es una forma práctica de visión global.
El hábito bueno da al sabio la profundidad de su
mirada. La altura del águila. Su planear veloz.
Glosa a Polo en Introducción a la Filosofía, p.66
Para saber más sobre la visión global ver la etiqueta 1.17.0
.
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