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Sartre tiene razón cuando observa que la muerte
aparece como una necesidad para mi libertad: alguien va por la calle, le cae
una teja en la cabeza y se muere.
¿Dónde está ahí la libertad?
Pues piensen ustedes que tampoco podemos decidir
nacer.
Ahora bien, podemos aceptarlo.
Polo llama a esta aceptación libertad nativa.
Claro está que si entendemos la libertad como
espontaneidad (libertad emancipada) tal como hacen Heidegger y Sartre, no se
entiende la libertad radical de la que aquí hablamos. (La libertad radical o
trascendental tiene dos miembros, la libertad nativa y la libertad de
destinación).
El acto de la libertad nativa no es una decisión que
se tome o comience en el curso de la vida (“comenzar” es propio del acto de ser
del universo, de la "persistencia"), la persona humana no “comienza”
sino que nace como novedad que se
añade: es segunda.
La libertad emancipada moderna es un “comenzar”
desde sí o por sí (perseitas). Por
eso Heidegger afronta la muerte con un acto que llama libre en el que se agota.
Y por eso Sartre dice que comenzar no sirve para nada.
No saben plantear la cuestión de la libertad, pues
para ellos la libertad es innata, no nativa.
Intentemos aclarar la cuestión: nacer no es
comenzar; morir no es terminar.
La vida humana no es el trayecto entre su comienzo y
su fin. Eso es la vida biológica o animal.
¿Qué es el nacer para una persona humana? : la libertad nativa, el ser hijo. El ser
un ser que es co-ser o ser segundo.
Un ser que posee un futuro que no acaba. Hijo es
nombre personal; no ser cósmico.
Aunque muramos biológicamente seguiremos siendo
hijos. La libertad nativa trasciende el nacer y el morir.
Trascendentalmente aceptamos (ésa es la novedad)
nuestro nacer y podemos aceptar nuestro morir; el acabarse de la vida
biológica, ofreciéndola como don.
Heidegger está pues más cerca de la comprensión de
la muerte que Sartre; pero al no saberse hijo, incumbe en patetismo. Desconoce
que al terminarse la vida biológica descifraremos su sentido. No porque
nosotros se lo demos, sino porque nuestro Padre nos lo otorga como premio a
nuestra fidelidad.
De esto habla Polo en el último capítulo de
"Quién es el hombre" p. 211
Para saber mas sobre la libertad nativa ver la
etiqueta 5.5.4
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