El primer filósofo que
propone la noción de acto de
una manera neta es Aristóteles.
Lo que nosotros
traducimos por "acto" en Aristóteles tiene dos nombres:
enérgeia (asimilable a la vida);
entelécheia (asimilable a la forma).
Son dos sentidos del
acto, en el fondo irreductibles, aunque a veces Aristóteles los mezcla.
Tomás de Aquino
profundiza y continúa a Aristóteles, descubriendo un nuevo sentido del acto
(quizá aprendido de Alberto Magno), que es el actus essendi o acto de ser.
Es un tercer sentido del
acto que no es ni la enérgeia ni la entelécheia. (Así se
comprende la creación: Dios da el ser, el actus essendi, acto de ser, a
las criaturas, que serían formas o entelécheia con o sin vida (enérgeia).
Tanto las formas
estáticas (entelécheia) como la vida (enérgeia) podrían no ser.
Lo que les hace ser es el acto de ser.
Sólo las mentes humildes
y grandes comprenden al mismo tiempo su nada (somos formas contingentes) y su
dignidad (prestada), pues es Dios quien nos da el ser y lo sostiene, haciéndolo
crecer irrestrictamente, si queremos.
Inspirado
al leer la esencia de la persona humana. p.33.2 Se trata de unas notas sacadas
de la conferencia dictada por Polo el 25-XI-1994 en el salón de grados Mª
Zambrano de la facultad de filosofía y letras de la Universidad de Málaga.
(Miscelánea poliana nº 4). Citamos las páginas según la recopilación titulada
"Antropología y trascendencia" publicada por I. Falgueras y Juan A.
García
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