Se atribuye a Tomás de
Aquino el descubrimiento de la
distinción real entre esencia y acto de ser.
El pensamiento griego,
cuya cumbre es Aristóteles, cifró en la sustancia lo primero y más radical de
la realidad.
El universo es
considerado por los griegos como un conjunto de sustancias, afectadas de
distintas maneras por procesos o movimientos entre ellas; excepto el primer
motor, intelecto separado que se piensa a sí mismo, que es inmóvil.
La distinción real, tal
como la formula Tomás de Aquino, significa un fuerte avance con respecto al
planteamiento de Aristóteles; está en la línea de una continuación en
profundidad.
En el interior de las
sustancias descubre una composición radical: la esencia y el acto de ser.
A las esencias no les
corresponde existir de suyo, sino que su existencia le ha sido conferida por
Dios (también su esencia, que es concreada junto con el acto de ser).
Echamos en falta en
Tomás, aunque está implícita, la ladera amorosa. En efecto, no somos un mecano
que Dios pone sin más en marcha. Nos ama, así: con predilección.
Notas
y glosas sobre la creación y los trascendentales. Juan A. García González.
Miscelánea poliana nº 11. Nota 2, p. 83. Citamos las páginas según la
recopilación titulada "Antropología y trascendencia" publicada por I.
Falgueras y Juan A. García.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario