En
Aristóteles encontramos, al menos, dos sentidos distintos de
"potencia".
Se
corresponden a dos sentidos aristotélicos de "acto".
No es
lo mismo la potencia del acto llamado enérgeia, (potencia de pensar o
potencia de sentir o potencia de ver), que potencia del acto llamado entelécheia
(potencia de ser una cosa u otra, al margen de la consideración de la mente).
Una es
la realidad del conocimiento (y este es el sentido más temprano que da
Aristóteles a la potencia: el poder despertarse, el poder ver, el poder
conocer) y otra es la realidad de la cosa, considerada, repito, al margen de la
mente. La montaña es en sí, separada de mi mente. Está en potencia de devenir
volcán.
Las
cosas en sí tienen muchas dimensiones y Aristóteles se extasía al estudiar la
substancia, los accidentes, los movimientos. Está tan contento con su universo
predicamental que no da la importancia debida a su descubrimiento de juventud:
el acto como enérgeia. De ahí que su antropología se trunque.
Polo la
prosigue.
Descubre
que la potencia de mi "verdad personal" (verdad trascendental de mi
ser) me lanza a su búsqueda y cuando la encuentro (enamoramiento) mi libertad
es volcán con sentido: AmarSe.
Glosa a Polo en Introducción a la Filosofía, p.69
.
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