La sabiduría humana es hábito del intelecto personal.
Gracias a la sabiduría el ser personal se desdobla
conociéndose.
Y esa sabiduría descubre que su ser no es autónomo,
que es inagotable, que es adverbio de
otro verbo personal (los cristianos sabemos que ése verbo es el Verbo).
La transparencia de la Sabiduría divina sí es un
Verbo, el Hijo.
La transparencia de la sabiduría humana es un
adverbio, un hábito personal.
El hombre sin Dios es como un rabo sin perro.
Glosa
a Juan A. García González: Existencia personal y libertad. Anuario filosófico
nº 95. 2009, p. 351, 2.
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