La persona humana carece de réplica en su interior.
Eckhart afirma en su "Tratado del hombre noble"
que en el fondo abisal del hombre interior se descubre la imagen de Dios.
Pero no piensen ustedes que es una imagen nítida. Se
descubre a Dios como ámbito de la máxima amplitud.
La sabiduría humana alcanza a saberse inagotable y por
eso busca una sabiduría superior a la propia.
La libertad recomienza sin cansancio, comunicándose al
entender, que se torna hacia su tema, el Verbo divino, y comunicándose al amar
donal, que espera que Dios acepte el don de nuestra vida.
La sabiduría humana gana así continuación,
profundización, vida interior.
Glosa
a Juan A. García González: Existencia personal y libertad. Anuario filosófico
nº 95. 2009, p. 353, 2
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