Para Sartre la
libertad es nada. Ejercer la libertad es deslizarse en la pérdida de
libertad. La náusea.
Pasar del
être pour soi al être en soi.
Estamos condenados a ser libres. Vivimos enjaulados
y debemos aceptar nuestro destino. La
libertad es un absurdo.
En estas condiciones es imposible destinarse. Sartre
ignora que la libertad solitaria es un imposible.
El hombre ha de retraerse a su carácter nativo
para que la libertad tenga sentido.
Un sistema abierto (tal como somos y seremos)
depende del descubrimiento de una paternidad puramente libre, que nos ama con
un amor de dilección.
Si somos huérfanos la vida es una náusea, volcada en
nimiedades.
De esto habla Polo en el último capítulo de "Quién
es el hombre" p. 221.5.
Para saber más sobre la libertad nativa ver la
etiqueta 5.5.4
.
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