No podemos decidir nuestro nacer, pero podemos aceptarlo.
Polo llama a esta aceptación libertad nativa.
Pero atención, la aceptación de la que aquí hablamos,
es una aceptación trascendental, no una aceptación psicológica.
El acto de la libertad nativa no es una decisión que
se tome o comience en el curso de la vida, o "después" de nacer.
La libertad nativa es el nacer a la filiación en tanto
que se nace como hijo, incluido atópicamente en el ámbito de la máxima amplitud
que es Dios.
Dios nos crea hijos, pues nos crea libres, con
libertad nativa, nos crea actuosos, aceptantes trascendentalmente de nuestra
filiación.
La filiación divina es la realidad más profunda de la
persona humana
De
esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p. 211.
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