Porque somos unos desequilibrados.
El ser humano no es homeostático. Es un sistema
abierto.
Los animales duermen satisfechos. La persona humana
será siempre futuro despejado y cálido.
No olvidemos que en el hombre vigen tanto el sistema
cerrado, el sistema abierto y el sistema libre.
En cuanto libertad la persona es estricta novedad.
Las elecciones humanas no están dirigidas por una fuerza
disciplinada. Lo que preside radicalmente nuestras decisiones es la iniciativa
amorosa del Origen, que pide ser correspondida, libremente.
Si nuestro origen fuera arbitrario, seríamos un
sistema cerrado, homeostático. A lo más, un sistema abierto, como los animales
que crecen adaptándose.
Pero cuando ejercemos trascendentalmente el hábito
innato de sabiduría ("además") alcanzamos nuestro "ser abiertos
por dentro" que nada puede satisfacer. No tenemos réplica en nuestro
interior.
Sólo entenderemos el sobrar del sabernos libres si nos
retraemos al carácter nativo de nuestro ser: somos hijos de una libertad
absolutamente otra "originaria" que nos ama con dilección, es decir,
sin condiciones. No nos modela, sino que sopla la libertad.
Este tipo de dependencia (amor sin condiciones) es
nuestro ser enteramente libres.
Somos más libres que lo que las cosas en torno nos
permiten; respecto de ellas, la libertad humana es un sobrar.
El futuro es un buscar. Somos unos desequilibrados,
abiertos por dentro y por fuera.
De
esto habla Polo en el último capítulo de "Quién es el hombre" p.
220.3
Para
saber más sobre la libertad
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1.1.2 libertad
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1.1.2 naturaleza y libertad
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5.5.4 libertad personal o trascendental
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5.5.4 libertad nativa
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5.5.4 libertad de destinación.
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6.1.5 libertad esencial o de
disposición
Etiqueta
6.8.0 metalógica de la libertad
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