Libertad es dominio sobre los actos. Es el señorío
propio a la persona.
Libertad es ser persona.
Más que en la voluntad, la libertad está enraizada en
la persona.
La voluntad es pura potencia pasiva, intención de
otro, capacidad de bien (veremos que la voluntad es relación trascendental con
el bien) cuya actividad no puede desvincularse de la razón. Si la persona no
conoce lo otro, no puede quererlo.
Y es la persona la que conoce y decide.
No es la voluntad la que posee la libertad, es más
bien al revés: la libertad es personal, pertenece a la persona en su ser, y se
trasvasa, se encauza según la voluntad (Polo. El yo, p.148).
Ser libre es señorío. Ser un señor como Dios manda.
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