La realidad no es
siempre jerárquica. Pues todos los seres del universo físico, aunque según el
despliegue de la esencia del universo, se sirven más o menos unos a otros, su
acto de ser es único. La realidad física es como es.
Los actos de conocer
sí que son siempre jerárquicos.
Y la jerarquía angélica
es análoga a la jerarquía del conocimiento.
El axioma de la jerarquía (axioma B) se cumple de
manera estricta en la realidad angélica.
Los ángeles superiores
dan valor a los inferiores. Aprenden los unos de los otros.
¿Y las personas
humanas?
De entrada, según
nuestra naturaleza, estamos en el mismo nivel.
Pero inmediatamente
notamos que esencializamos la naturaleza de distintos modos, según lo que nos
deja el universo físico y según nuestras decisiones.
Nos servimos unos a
otros con jerarquías variantes.
Sin embargo, cada
persona humana es un tipo único e irrepetible. Con un destino personal según la
vocación divina.
Las personas humanas
somos estrictamente jerárquicas según la intensidad de nuestro acto de ser.
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