Conviene señalar dos distinciones : la distinción
entre viviente y vida y la
distinción entre vida recibida de los
padres y vida añadida por cada persona.
Veamos la primera distinción:
El viviente
es el acto de ser personal humano, que Dios crea directamente, libre,
inteligente y amoroso.
La vida
es la esencia de cada hombre.
La vida depende del viviente, es manifestación del
viviente, pues el acto de ser no se agota en el vivir (es además).
El acto de ser es creado personalmente por Dios y
activa la naturaleza humana, esencializándola.
No se trata de que el acto de ser actúe sobre una
naturaleza humana preexistente. Una naturaleza física deviene humana cuando
Dios crea la persona. Por eso es oportuno ver ahora la segunda distinción:
La vida recibida de
los padres es una naturaleza física "esencializada"
en la persona que la recibe.
No olvidemos que una naturaleza física es materia + "forma
sustancial" + causa eficiente intrínseca.
La primera célula viva deviene "humana",
deviene vida recibida, cuando al ser apta para ser "animada", en el
instante de la concepción, y no antes, es efectivamente unida a la persona
humana. Es ése el momento de la creación de una nueva persona y de la vida
"humana" (tanto recibida como añadida).
La vida añadida
es lo que aporta el nuevo acto de ser: el ser "humano" y la
esencialización. Lo que era una sencilla naturaleza física se convierte en
persona humana, que aparece materialmente en el universo físico y comienza a
crecer.
A partir de ahí, la persona, el acto de ser personal,
la libertad trascendental, se va abriendo paso, esencializando cada vez más,
haciendo crecer lo que será el don de la persona o su manifestación libre.
Las facultades se van "hiperformalizando",
es decir, mejorando.
Por ejemplo, la imaginación, de entrada, naturalmente,
es como la imaginación de un perro.
Las facultades animales son principios, pero
principios que tienen un límite de crecimiento, pues su base es orgánica. Son
principios en cierto modo fijos.
Polo habla de "hiperformalización",
señalando así que las facultades de la naturaleza humana no sólo son un
desarrollo de las condiciones iniciales, sino que superan esas condiciones.
Nuestra imaginación cerebral puede ser manifestación
de una sinfonía musical, con novedades
insospechadas. Es así como la naturaleza deviene virtuosa, al ser el
instrumento del "disponer" (esencia humana es también el disponer)
del viviente.
El hombre supera su naturaleza física inicial, va más
allá de ella, la esencializa, convirtiéndola en respuesta amorosa a su Creador
amoroso.
Y como siempre sobra, su crecimiento es irrestricto.
Etiqueta
6.1.0 Vida humana
Etiqueta
6.1.0 alma humana
De
esto habla Antonio Alonso en su tesis doctoral en la PUSC 2010, "Libertad
y hermenéutica cristiana en la filosofía de Leonardo Polo", p.165 y nota
274.
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