Clásicamente la verdad tiene tres
significaciones :
a) la
verdad que está en las cosas: son las esencias de la cosas, que en cuanto
que pueden ser conocidas se llaman verdaderas. Es lo que se conoce como verdad ontológica. A esta verdad se
opone la falsedad, cuando lo que se desvela no es lo que en realidad es.
Tomás de Aquino dirá que el primer sentido de la verdad es aquél según el cual verum in esse fundatur,
esse causat
veritatem intellectus;
b) la
verdad es la adecuación de la mente con la realidad. Aquí la verdad se toma
en tanto que está en nuestro conocimiento. Si lo que conocemos es, en la
realidad, tal como lo conocemos, poseemos la verdad de lo conocido. A esta
verdad se opone el error.
Tomás de Aquino dirá que el segundo
sentido es la verdad en el entendimiento, como adecuación, es la verdad formalmente considerada;
c) y la tercera significación de la verdad
es la verdad contenida en nuestras
palabras, es decir, la adecuación entre lo que "decimos" y lo que
pensamos. A esta verdad se opone la mentira.
Tomás de Aquino dirá
que el tercer
sentido, al que denomina efecto consecuente, es la verdad como manifestación o locución.
Es este tercer sentido al que se
puede asimilar la noción de verdad
trascendental antropológica de Polo, pero hablando de "inspiración" en lugar de
efecto consecuente. Al encontrar la verdad (inspiración), el inteligir
personal la canta, es una verdad expresiva.
Tenemos pues:
Verdad ontológica.
Verdad lógica.
Verdad personal (la verdad como inspiración).
En suma, hay un tercer sentido
de la verdad, además del ontológico y el lógico.
Es un sentido más que racional, porque "se añade" a lo
racional, sin añadir nada.
Para saber más pueden ustedes leer: Polo, "La verdad como inspiración",
en La persona humana y su crecimiento, p. 201.3
Etiqueta
5.2.1 la verdad y su encuentro;
Etiqueta
5.2.1 la verdad.
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