No. Los demás son también personas.
Sus vidas tienen un destino trascendente, como el
nuestro.
Hobbes, como nominalista, dice que los intereses de
cada quién chocan con los intereses de los demás. Que cada uno va a lo suyo:
Homo homini lupus.
Y por lo tanto:
Auctoritas, non
veritas, facit legem. (No es la verdad la que
constituye las leyes, sino la autoridad).
Pero si llegamos a entender que las personas tenemos
una naturaleza común, que somos todos y cada uno, seres abiertos a una
trascendencia de comunión, sabremos que podemos y debemos amarnos unos a otros.
No somos lobos, aunque a veces nos comportemos como
lobos.
Ideas
sacadas de Rafael Corazón. Filosofía del conocimiento, p. 120.
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